Ons

Vicente y Mariña llegan para pasar el verano a la isla de Ons: él viene de un accidente y sus consecuencias psicológicas, y el viaje ha de ser un bálsamo para su matrimonio. La estancia se prolonga a petición de él, y a medida que los días se van tornando borrascosos, empiezan a aflorar secretos guardados. La película incursiona en la relación sentimental de esos dos personajes. Cada uno buscará algo en el entorno; él, la superación de un trauma y ella el acercamiento a su pareja. La llegada del otoño sacará a la luz la oscuridad interior de cada uno.
El director Zarauza realiza un exhaustivo análisis de las relaciones humanas en un entorno adverso que asfixia al individuo. Su film aborda asuntos como la superación de los traumas personales, la evolución sentimental de las relaciones de pareja, la unión familiar y la locura social efecto del encierro. El resultado es una película apreciable en la sutileza de los diálogos, en la descripción de un ambiente al principio lleno de magia, cálido y acogedor por sus colores, que contrasta con el tono más abrupto que emerge con la llegada del otoño (hay un tercer acto que podría denominarse como el de “las conclusiones”). Cabe destacar la sobria planificación, con un sistemático uso el plano secuencia que permite que los personajes se muevan por el entorno con perfecta sincronía y naturalidad. El pausado y calmo movimiento de la steadicam, que juega con las emociones de cada uno de los planos, es otro de los logros del film. La dirección de fotografía crea una atmósfera inmersiva que prepara al espectador para la trama, que mantiene la tensión y nunca llega a estallar del todo. El uso del fuera de campo en varias secuencias es inteligente, porque consigue lo que se propone: no sobreexplicar la película ni romper el tono de la narración
Zarauza exige que sus actores se desempeñen de la manera más sobria posible, para que cada mínimo detalle gestual aporte significado al texto. Una película en apariencia sencilla, pero poética y profunda, en la que el paisaje va penetrando poco a poco tanto en el espectador como en los personajes, que van evolucionando de modos casi opuestos. El crítico Critóbal Soage, de Cineuropa, ha descrito correctamente el resultado como una muestra de «la madurez de un director que mantiene con pulso firme el frágil equilibrio de una historia llena de agudas aristas y oscuros misterios».