CHRONIQUE D’UNE LIAISON PASSAGÈRE
Francia, 2022
Dirección: Emmanuel Mouret
Guión: Pierre Giraud y Emmanuel Mouret. Fotografía: Laurent Desmet. Montaje: Martial Salomon. Producción: Frédéric Niedermayer para Moby Dick Films, Arte France Cinéma. Elenco: Sandrine Kiberlain, Vincent Macaigne, Georgia Scalliet, Maxence Tual, Stéphane Mercoyrol.
Duración: 110 minutos
Una madre soltera y un hombre casado, padre de familia, se vuelven amantes tras conocerse en una fiesta. Con el compromiso de verse sólo por diversión, sólo por pura atracción sexual y sin sentimientos románticos, poco a poco se sorprenden de la complicidad que han forjado. A través de fragmentos que muestran pasajes de la vida compartida de los dos protagonistas, el director Emmanuel Mouret crea un relato audaz sobre la ternura, la sensualidad y la convivencia –sobre todo en conversaciones– que hay en una relación extramatrimonial. El film es un relato delicado sobre la complejidad del ser humano en la relación amorosa, que rompe con el mito del amor romántico sin dramatizar las consecuencias.
El miedo del personaje masculino lo lleva a ser completamente honesto, siente una gran atracción sexual por ella, pero teme ser descubierto por su familia y perder la seguridad de su vida. Por ello ambos dejan las cosas en claro: todo será un acto físico y no se involucrarán más allá. Como si el mundo fuera tan sencillo.
Los dos personajes son los típicos polos opuestos que se atraen. Ella es profesora, decidida y
trata de no complicarse, solamente disfrutar y sentir el momento, mientras que él, cuya profesión es capacitar a madres para el parto, reflexiona cada decisión. Su relación se vive en las sombras, oculta a la mirada de todos, en los rincones recoletos. De más está decir que pronto se dan cuenta de que su vínculo se va transformando, adquiriendo nuevas formas y
posibilidades.
A modo de diario, Crónicas de un affaire está marcada por subtítulos con las fechas de los encuentros de los protagonistas. Las estaciones se suceden rápidamente mientras la narración avanza jugando con el tiempo, pero también con la habilidad de introducir todo lo no dicho durante los días de ausencia. La dirección de Mouret es muy segura: las vacilaciones y las dudas florecen mediante detalles muy sutiles, como una mirada o un movimiento de cámara. Una elegante puesta en escena, el brillo del diálogo y la calidad de los intérpretes redondean un producto realmente satisfactorio.