Aftersun

En uno de los debuts cinematográficos más seguros y fascinantes en años, la directora escocesa Charlotte Wells ha diseñado una pieza de memoria texturizada inspirada en la relación con su padre, que transcurre en un inquietante fin de semana en un resort costero en Turquía. El carismático Paul Mescal y la recién llegada naturalista Francesca Corio componen plenamente a Calum y Sophie, un padre divorciado y su hija a menudo confundidos con hermano y hermana, quienes comparten un vínculo cercano y amoroso que crea un mundo entero en sí mismo. Wells emplea una estética inusual y hermosa que conduce a su espectador al espacio interior de este padre y su hija, incluso cuando oculta juiciosamente los detalles, un enfoque que finalmente le otorga a la película una fuerza emocional singular. La película reinventa la narrativa de la mayoría de edad como una quimera conmovedora, en última instancia inasible, informada tanto por el presente como por el pasado.
Aftersun es una película que existe en lugares transitorios. Mescal y la recién llegada Frankie Corio están en el lobby de un hotel, bajándose de un autobús turístico, merodeando por una piscina o pasando sus horas libres de vacaciones juntos, sin saber que el tiempo que pasarán juntos se convertirá en un recuerdo definitorio. La película capta algo muy claramente: cómo los recuerdos que nos forman son a menudo aquellos que descartamos por ser intrascendentes. En Frankie Corio vemos a una joven al borde de convertirse en mujer, llena de miradas inquisitivas y torpezas. En Paul Mescal hay un padre inseguro que trata de dar sentido a su existencia más bien sin rumbo antes de hacerse mayor.
Para una película debut, Charlotte Wells entiende perfectamente cómo sacar a la luz sentimientos y emociones no dichas. La timidez y la intensidad al borde de la edad adulta y la profunda melancolía de la juventud que se desvanece aparecen captadas con total claridad. Es el tipo de cosas que los directores y escritores pueden pasar años tratando de resolver, pero el guión y la dirección de Wells lo captan totalmente en su primer largometraje.
La película puede parecer leve a veces o incluso como si no pasara mucho. Sin embargo, en sus momentos aparentemente intrascendentes construye un retrato de los personajes, haciéndolos auténticos y, por lo tanto, comprensibles e identificables. Se ve cómo los momentos menores pueden persistir en la mente de alguien, siguiéndoles a lo largo de su vida y convirtiéndose en un recuerdo central. Eso es en última instancia Aftersun: ver dentro de la memoria, entender que hay espacios en blanco en lo que se sabe, incluso de las personas más cercanas, y, con el paso del tiempo, permitirse entenderlas.