Actores: Jack Nicholson

Desde 2010 no se lo ve en la pantalla, y un persistente rumor ha insistido en que padecía de Alzheimer. Recientemente se ha dado a conocer que Jack Nicholson volvería a actuar en la remake norteamericana del exitoso film alemán Toni Erdman, de modo que es posible que las noticias sobre su enfermedad se hayan exagerado, pero habrá que esperar a ver qué pasa. Entre tanto es posible revisar, aunque sea parcialmente, la trayectoria de Jack Nicholson, actor talentoso a veces, cabotineur que payasea hasta lo irritante otras, cuya trayectoria ocupa de todos modos un espacio significativo en la historia del cine. Después de ser uno de los puntales del inconformismo, Nicholson logró ubicarse como un sólido valor de la industria y ganar varios premios Oscar, no siempre merecidos. Nunca ha renunciado del todo, sin embargo, a una actitud contestataria y protestona. Con alguna exageración pudo sostener alguna vez, refiriéndose a sus tiempos sesentistas, como “uno de los primeros en no comprar el Sueño Americano”, aunque por otra parte su propia carrera prueba que hay algo de verdad en ese sueño. Es cierto, de todos modos, que ha interpretado con frecuencia papeles impregnados de rebeldía y fatalismo. Hay quien explica su comportamiento en los orígenes de Nicholson como hijo de una mujer que debió trabajar duro para superar el abandono poco después del nacimiento de Jack (en Neptune, Nueva Jersey, el 22 de abril de 1936). De joven se arrimó a los teatros estudiantiles, estudió actuación con Jeff Corey y otros, y empezó en Hollywood trabajando en la oficina de dibujos animados de la Metro. Hizo en teatro Té y simpatía y en cine desempeñó tareas para el productor y director Roger Corman, que estimulaba a sus empleados a hacer de todo. A fines de 1962 Corman produjo y dirigió El cuervo, lejanamente inspirada en el poema de Poe, y como otras veces, aprovechó decorados y algunos actores para hacer a su vez otro film, mayormente durante el fin de semana. El resultado se llamó El terror, y en él varios técnicos ensayaron dirigiendo varias escenas, entre ellas el productor asociado Francis Ford Coppola, el compaginador Monte Hellman y el actor Nicholson. Casi de inmediato Nicholson comenzó a escribir libretos. En 1964 se fue con Hellman a las Filipinas para rodar Back Door to Hell, y al mismo tiempo hicieron otra película sobre libreto de Nicholson (Flight to Fury). De vuelta en los Estados Unidos, Hellman y Nicholson se involucraron en otros dos films casi simultáneos, Ride in the Whirlwind y especialmente Rumbo al infierno, dos westerns con ambiciones creativas que tuvieron escasa repercusión en taquilla. Entre otros numerosos trabajos menores vale la pena destacar El viaje (The Trip, 1967), uno asunto sobre drogas dirigido por Corman que importa menos por su valor intrínseco que por la gente que apareció en él: Peter Fonda, Dennis Hopper y Peter Bogdanovich como actores, Nicholson como libretista. Varios de esos nombres se reencontrarían dos años después en la emblemática Busco mi destino. De hecho, la imagen pública de Nicholson arrancó con esta película, beneficiándose de su impresionante éxito de público y de la intensa renovación del cine norteamericano de la época. Esa renovación permitió varios pasos importantes del propio Nicholson. Una fue su vinculación con el director y libretista Bob Rafelson, con quien actuó en un par de films desencantados y poéticos (Mi vida es mi vida, 1970; Castillos de arena, 1972) y volvería a hacerlo más tarde en la menor Sangre y vino. Otro paso fue su ingreso a la dirección con Drive, He Said (1971), un asunto juvenil y contestatario que pasó bastante desapercibido (luego dirigiría otras películas, casi siempre con resultados medianos). En los años setenta, Nicholson entregó excelentes actuaciones en los films de Rafelson, en Conocimiento carnal (1971) de Mike Nichols, Chinatown(1974) de Polanski y El pasajero (1975) de Antonioni, entre varias otras. Su rol más notorio de esa época es seguramente el de Atrapado sin salida(1975), que le valió su primer Oscar. En Atrapado sin salida Nicholson desplegó un controlado histrionismo, convirtiéndose en el eje de la película y contribuyendo a una manera interpretativa que reiteró en roles como el de El resplandor. El paso de los años acentuaría su tendencia al divismo y el descontrol, con resultado desigual: como otros grandes payasos del cine, puede convertirse en el centro de una película, pero también estropearla y arruinarla. Como otros talentos con incapacidad de autocrítica (Brando es el ejemplo más egregio), el actor puede convertirse antes o después en su caricatura. Este ciclo reúne algunos de sus ma