Entrevista central: Mónica Hernandez

Destacado Slider / 30 septiembre, 2024 / Luis Vidal Giorgi

Protocolo del Quebranto

Mónica Hernández: “Cada personaje tiene unas circunstancias que provocan ciertas luces y ciertas sombras, que los hacen víctimas y verdugos”

Prosiguiendo con la presentación de elencos internacionales en el Teatro El Galpón, con motivo de su 75 aniversario, nos llega la obra española Protocolo del Quebranto, del grupo de investigación y creación escénica Laboratorio Galdós, en coproducción con el teatro Perez Galdós. La obra de ficción tiene su punto de partida en una investigación en el terreno de la guerra de Ucrania. Conversamos con la integrante Mónica Hérnandez sobre esta original propuesta teatral.

 

-El Laboratorio Galdós nace como un gran proyecto teatral basado en la innovación e investigación escénica, la participación ciudadana y la ampliación del uso ciudadano del espacio público; lo que hace una propuesta original que involucra otros actores sociales y ciudadanos. ¿Cómo se desarrolla este proceso participativo?

Protocolo del Quebranto nace como parte de ese gran proyecto bautizado como Laboratorio Galdós, al que dimos vida de la mano del Teatro Pérez Galdós con la intención de generar un laboratorio de ideas, un espacio abierto a profesionales y a la ciudadanía. El Laboratorio Galdós es una iniciativa de creación y reflexión artística que comenzamos en el año 2018. El proyecto ha generado un espacio de creación, participación y reflexión amplio y compartido por el público y los creadores. En cuanto a la creación, el proyecto se plantea como objetivo prioritario el apoyo, desarrollo e impulso de la dramaturgia contemporánea, estableciendo canales de comunicación entre generaciones y latitudes. Abre una línea de investigación escénica que permite el desarrollo de procesos profundos y ponderados. El proceso de experimentación creativa tiene el propósito de provocar un encuentro genuino entre la ciudadanía y los creadores, ocupando el espacio crítico y generando el acercamiento del público a la creación y la experimentación escénica desde su formulación hasta su validación.

-La obra sobre la guerra y sus consecuencias tiene una base testimonial, con entrevistas a quienes han sufrido pérdidas en un conflicto armado. ¿Ese material tan conmovedor cómo se trasladó a la creación escénica?

-Viajamos a Ucrania en el primer aniversario de la terrible invasión rusa, donde se realizaron una veintena de entrevistas a víctimas directas de la guerra. Testimonios terribles de personas que habían perdido todas sus propiedades, que habían resultado mutilados en el conflicto o que habían perdido a sus familiares. Ese material se utiliza en los ensayos como ejercicios, como base para desarrollar personajes y líneas argumentales. Esto nos lleva a que la construcción de los personajes, tanto desde del texto como desde la interpretación, está impregnada de toda la emoción que nos trasladaron en Ucrania. El espectáculo no es teatro documento, es una obra de ficción que no está ambientada en ningún lugar ni en ninguna época, los testimonios funcionaron como argamasa para contar la historia.

-En toda guerra se afirma que lo primero que muere es la verdad, y en las actuales lo justo y lo injusto, las víctimas y los victimarios no tienen fronteras claras. ¿Cómo se refleja ese dilema entre el bien y el mal en los personajes?

-Como ocurre en la vida misma y en cada trama que se nos presenta, ¿quiénes son los buenos y quiénes son los malos? ¿Cuál es la herramienta que dictamina los valores que se pueden o no quebrantar? Cada personaje tiene unas circunstancias que provocan ciertas luces y ciertas sombras, que los hacen víctimas y verdugos. El punto de partida se basa en cómo nos comportaríamos cada uno de nosotros ante un ecosistema muy determinado. Hasta dónde seríamos capaces de llegar. Transformando en sí el espectáculo en un doloroso espejo en el que no nos gusta vernos. Ante la convicción de que yo nunca mataría a nadie, surge la cuestión de que la vida de un hijo depende de que yo mate o no al agresor. Por lo tanto, la afirmación de “yo nunca mataría a nadie” se transforma en “no me gustaría verme en la dicotomía de tener que matar a alguien”. Bajo esta premisa, en el marco de una guerra todos nos convertimos en víctimas y victimarios. En ese contexto la guerra es un cáncer y su metástasis contagia a todo el que se le acerca.

-Respecto a la puesta en escena, que es una propuesta que mantiene su intensidad a lo largo del espectáculo, sin apelar al realismo, ¿qué aspectos destacarías teatralmente significativos y atractivos para los espectadores?

-La escenografía es un móvil cambiante, divergente, inhóspito como el lugar que habita. Osel, el no lugar donde se desarrolla la historia, es un reino desolado, por lo que todo el vestuario, la luz, la música, están planteados desde esa crueldad y desolación que llenaban los testimonios que recogimos en Ucrania. Transformando nuestro imaginario de guerra de rojo a azul, de cálido a frío, de fuego a agua… transformándose los elementos que entendemos como vida en muerte.

-¿Algunos diálogos o situaciones que reflejen los temas planteados en la obra?

-Es difícil de escoger. Tal vez eligiría un monólogo interpretado por la actriz Marta Viera, en el que compara a su personaje, Nadia, con un molusco concreto: la langosta. Dice:

Con siete años me quedé sola. Un monstruito terriblemente solo en el mundo. Y desde entonces sueño mi muerte, me adentro en una especie de niebla blanca, avanzo con dificultad, con los pies hundidos en barro o en sangre, no lo sé. Mientras, los proyectiles estallan ante mí y hay cadáveres por todas partes, y miro al cielo y le suplico a los dioses y les hago señales con las manos bien abiertas: A ver si por fin hoy me toca a mí… ¡a ver si hoy hay suerte y alguna bala me atraviesa el cráneo! (Ríe) No me dan… por desgracia soy inmortal, estoy cubierta con el caparazón de la langosta, yo soy la carne deforme que hay dentro de esa armadura… Pero a la langosta, si le dañan el caparazón, es incapaz de regenerarlo, una pequeña herida hace que comience una agonía terrible y termine muriendo por el más inocente de los ataques… Y yo solo deseo que a mi me pase eso… Quiero que me atraviesen la carcasa de un balazo. ¿Me oyen? ¡Que a ver si hoy hay suerte y una maldita bala me atraviesa el cráneo! (Ríe) Imagino que soy mi padre y un escalofrío me atraviesa el cuerpo. (Ríe) ¡Disparen cabrones! ¡Estoy aquí! ¡Aquí! (Ríe) No tengo suerte ni con una bala perdida.

 

Comentarios