Entrevista a María Varela: «Memoria para armar» Teatro Circular.

Entrevistas Centrales / 31 agosto, 2023 / Luis Vidal Giorgi

María Varela:

“Nuestro respeto y agradecimiento a todas las mujeres que alzaron, alzan y alzarán la voz por una sociedad más justa»

En el marco de las actividades por los 50 años de la dictadura, Teatro Circular presenta la obra Memoria para armar. Basada en testimonios de expresas políticas, la obra tuvo una primera versión veinte años atrás, en esa ocasión fue dirigida por Horacio Buscaglia; la actual versión es puesta en escena por María Varela, con quien dialogamos sobre este espectáculo, donde las vivencias de esas mujeres se transforman en expresión artística.

-Esta obra se estrenó en el 2002 con dirección de quien fuera tu compañero, Horacio Buscaglia, y participaste en ella. Horacio, recuerdo, se la dedicó a su hermana Teresa, que fuera detenida en Punta de Rieles. ¿Cómo has vivido este proceso, desde el punto de vista personal, de llevarla a escena en la actualidad?

-Horacio hacía mucho que venía pensando en hacer un trabajo con los hechos y horrores que se vivieron en esos años nefastos que nos tocó vivir. En una de las tantas charlas que tuvo con su hermana Teresa, exiliada en Francia, ese pensamiento se transformó en deseo, también motivado por el libro La espera, de una querida amiga, María Condenanza, y por último, el libro Memoria para armar, que fue un detonante para que la idea se convirtiera en una obra teatral. Horacio fue un defensor incansable de los derechos humanos, comprometido con la defensa de los más vulnerables, las vivencias de esas heroicas mujeres le calaron hondo y, por supuesto, con su personalidad de no bajar los brazos, hizo que pronto esta obra se realizara. Cuando se presentó el proyecto, en el Teatro Circular, todos lo apoyamos y lo sentimos como propio y asumimos la responsabilidad de llevarlo a escena, con la consideración que esas historias de vida merecían. Desde el punto de vista personal, fue y es muy movilizador, tanto en la actuación como ahora en la dirección, por lo vívido de la obra, por la admiración a esas mujeres, que cada una en su rol pudo hacer historia con sus relatos, y por sentir en todo momento la presencia de Horacio, tan intensa como lo fue en el 2002. Creo que esta puesta, para todos los integrantes de la obra, y para el Teatro Circular en su totalidad, tiene varias puntas. Trabajar desde nuestros lugares para que la memoria no se vuelva olvido, para un nunca más. También, recordar a Horacio que nos llevó a plasmar y a mostrar una realidad trágica en pedacitos de vida de tantas mujeres uruguayas. Recordar a Laura de los Santos, una querida compañera que estuvo trabajando como actriz en la puesta del 2002. Ni Horacio ni Laura están físicamente, pero su presencia se siente en cada momento de la obra.

-En aquel entonces todavía no se había excavado en los cuarteles en busca de desaparecidos ni había procesados por estos delitos contra los derechos humanos, además las prisioneras políticas no habían denunciado aún en toda su extensión las atrocidades que habían padecido. ¿Cómo son estas nuevas memorias para armar que creo incluyen nuevos testimonios?

-Los familiares siempre, desde un comienzo, estuvieron trabajando por la verdad, por encontrar respuesta a la desaparición de sus familiares y por la justicia debida. Cuando hicimos por primera vez la obra todavía faltaban tres años para que aparecieran los dos primeros restos humanos. Eso fue en el 2005, en la presidencia de Tabaré Vázquez. Se había empezado hacía mucho un camino que todavía hoy no se ha terminado de recorrer. Había temas que resultaba difícil hablarlos públicamente y denunciarlos, atrocidades que llevó tiempo asumir para poder reclamar justicia. Nosotros hicimos y estamos haciendo una obra sobre las vivencias de mujeres, de diferentes estratos sociales, políticos e ideológicos, pero con algo en común: en cada una de sus historias está la represión y la vulnerabilidad de la violencia a la mujer. El temor de no ser escuchadas y comprendidas todavía sigue latente en estos días. Hoy las mujeres víctimas del terrorismo de Estado alzan su voz y reclaman justicia. La obra sigue teniendo los mismos relatos, pero con otra lectura, hay una nueva mirada, se refuerza mucho más el papel que cumplió la mujer en esa época, hoy están las denuncias de violaciones hacia la mujer en un sistema patriarcal, veintiocho mujeres están reclamando justicia por las violaciones sufridas durante la dictadura cívico- militar, proceso que lleva ya 10 años. El proceso es lento, pero no se detiene.

-De la anterior versión recuerdo un momento conmovedor, cuando se cuenta de la primera carta que un padre obrero analfabeto le envía a su hija prisionera, luego de que aprendiera a escribir. ¿Alguna situación o diálogo que te parezca significativo adelantar de la obra, que refleje esa voluntad de sobrellevar la adversidad?

-Cada relato es conmovedor, movilizador, te ayuda a comprender y armar esa parte de la historia que nos tocó vivir, contada por mujeres que sintieron la necesidad de ser escuchadas. La necesidad de reconstruir la memoria relacionada a los hechos vividos, reivindicando un pasado que no puede repetirse. El cuento del padre obrero de 68 años, que fue a una escuela nocturna para aprender a escribir y así poder mandarle cartas a su hija presa, es uno de las más ejemplares muestras de resistencia. Todos los relatos son piezas de un puzzle que todavía no se ha terminado de armar. Todo me resulta significativo en la obra, a modo de ejemplo voy a tomar un pequeño pedacito de uno de los relatos: “… ¿Cómo fue que resistimos y hoy estamos acá?, ¿cómo sobrevivieron nuestros úteros fértiles? …”.

-¿Cómo ha sido el tratamiento, desde el punto de vista actoral y de la puesta, de estos testimonios y los estados emocionales que contienen?

-Desde el punto de vista actoral, parte del elenco ya había estado en la anterior puesta y venía con un trabajo previo, el resto de las actrices que integran la puesta actual vienen con un bagaje de comprensión y conocimiento de los temas a abordar, esto ayudó y facilitó todo el trabajo de creación. Hubo, desde el vamos, un compromiso personal que terminó en un deber colectivo de poder interpretar y trasmitir las vivencias de mujeres que son parte de nuestra historia. El trabajo fue enriquecedor para todo el equipo. Es un elenco comprometido con su tiempo y con la época que les tocó vivir. Para mí es una gran responsabilidad reponer Memoria para armar. También es un honor poder dirigir a Gloria Demassi y una gran alegría que vuelva con esta obra a su casa, que es el Teatro Circular de Montevideo. También quiero nombrar al resto del elenco que vivenció estos relatos: Paola Venditto, Alicia Restrepo, Carla Grabino, Mariana Senatore y Oliver Luzardo. Soledad Capurro, en el vestuario, quien estuvo también en la primera versión; Osvaldo Reyno, que nos permitió utilizar la idea de la escenografía del 2002; Pablo Caballero, en las luces; y una asistente de dirección de lujo, Isabel Legarra. Nuestro respeto y agradecimiento a todas las mujeres que alzaron, alzan y alzarán la voz por una sociedad más justa.

 

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