Entrevista a Jorge Denevi

Entrevistas Centrales / 30 junio, 2022 / Luis Vidal Giorgi

Jorge Denevi: “La obra habla de una tragedia humana en el tono de comedia más elevado que se pueda concebir”

 

Jorge Denevi (1944) es un director de una extensa trayectoria en nuestro medio, previo a la pandemia había dirigido Pájaro estúpido, de Aaron Posner, en la Comedia Nacional, luego de esa pausa impuesta estrenó en el Circular una obra de su autoría: La violación de Artemisia Gentileschi. Ahora vuelve a estrenar con el elenco de El Galpón, con el cual ha trabajado en numerosas ocasiones, con autores como Discépolo, Florencio Sánchez o Alan Ayckbourn, que es uno de sus preferidos junto al norteamericano Neil Simon, autor que en esta ocasión transita nuevamente en la Sala Campodónico con El prisionero de la Segunda Avenida.

 

-Siempre fuiste un director prolífico, luego de la pausa de la pandemia has vuelto a dirigir, ya con una obra en cartel y un próximo estreno. También se han editado tus obras como dramaturgo, un libro de cuentos y quizás prepares tus memorias teatrales. ¿Cómo has vivido todo este período y estas actividades creativas que has generado?

-Después de dirigir con la Comedia Nacional Pájaro estúpido, de la cual debido a la pandemia solo se hizo solo una función, vino el silencio. Desde ese momento, estar sin dirigir un espectáculo después de tantos años fue extraño. Y de otro modo dio paso a otra forma de estar con el teatro. Seguí mi rutina de trabajo y me sentí extraordinariamente creativo, traduje dos obras que haré: Esperando a Godot y Quién le teme a Virginia Woolf. Escribí y publiqué un libro de cuentos que se llama Los grandes no entienden nada; también escribí La violación de Artemisia, actualmente en cartel. Pero no se me pasó por la cabeza escribir un libro de memorias, te aclaro. Creo que no podría hacerlo. Podría vivir sin dirigir teatro. Quizá lo haga. Aunque, la verdad, estar con los actores trabajando en una obra no se paga con nada.

-El Galpón es un elenco que has dirigido varias veces a lo largo del tiempo, la última vez fue en Farsa en el dormitorio, de Alan Ayckbourn, por el 2017, y ahora en el reencuentro con un texto que ya dirigiste hace unos años. ¿Cómo ves este reencuentro con un teatro independiente en estos momentos no tan favorables para la actividad artística?

-Este es un periodo que va a costar mucho. Me he preguntado: ¿qué quiere ver el público ahora?, ¿qué necesita? Esto va más allá del gusto personal, más allá del qué quiero hacer yo. La relación espectador y espectáculo es determinante. No se puede correr hacia delante y esperar que los espectadores lo acepten sin más. En estos años se ha instalado algo nefasto que yo llamo la cultura Netflix y la pandemia colaboró con ese desastre. Hay que luchar contra eso. Artemisia me está demostrando que hay mucho público que quiere ver espectáculos con temas maduros. A la inversa, en el Teatro Metro vi recientemente una triste demostración de hasta dónde puede caer el teatro.

-El prisionero de la Segunda Avenida es una obra de Neil Simon, autor que has transitado en varias ocasiones y sobre el que has resaltado las bondades de sus diálogos y su humor: ¿cuáles serían las virtudes de Simon que lo hacen vigente y especialmente cómo se reflejan en esta obra?

-Neil Simon es el mejor autor de comedias del siglo XX. Pero el tiempo pasa y salvo Shakespeare casi nada queda en pie. No sé si algunas de sus obras serían posible hoy, si el público las aceptaría.

¡Pero El prisionero de la Segunda Avenida, sí! Es increíble la vigencia que tiene. Porque habla de una tragedia humana en el tono de comedia más elevado que se pueda concebir. Es premonitoria: un hombre enfrentado a las consecuencias de la sociedad de consumo. Hay diálogos que parecen estar escritos ayer. Esto no es una simple reposición de la obra es, créanme, un redescubrimiento. Empezamos a encontrar cosas distintas, tonos distintos, risas en otro lado. Es un ejemplo de lo que debe ser una comedia. Una reivindicación del humor y la risa donde hoy en día hay mucha confusión. El error de confundir carcajada con comedia.

-A modo de ejemplo, ¿un diálogo de la obra que te parezca significativo?

-Mel, personaje que interpreta Héctor Guido, mira su lujoso apartamento y dice: “Mirá esto, ¡basura! Basura que compramos durante años. Basura inútil, sin sentido. ¿Para qué? La comida que nunca comimos, los libros que nunca leímos. ¡Un medidor de whisky musical! ¡Dios no permita que nos aburramos mientras nos estamos sirviendo un whisky! Estamos llenos de cosas inútiles que compramos y no sabemos para qué. ¡Basura!”.

-¿Algo más que quieras destacar del espectáculo?

-Que rehacer El prisionero de la Segunda Avenida ahora es para nosotros un descubrimiento. Y creo no equivocarme al decir que para el público también lo será.

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