Entrevista a Fernando Philbert: “Hoy sabemos que muchos Ricardos caminan muy cerca de nosotros”
Entrevistas Centrales / 2 diciembre, 2024 / Luis Vidal Giorgi
Fernando Philbert (1968) es un director brasilero, que se ha formado junto al recordado Aderbal Freire (1941-2023), en esa relación artística también le fue transmitido el vínculo con El Galpón, por lo que se encuentra en nuestro país, preparando una puesta en escena de la obra de Shakespeare Ricardo III, una obra sobre el poder y los medios violentos para alcanzarlo, pero también sobre las pasiones desatadas y los claroscuros del alma, siempre en conflicto entre nuestros deseos y voluntades.
–Te has formado con Aderbal Freire y has trabajado con él. Aderbal ha dejado una impronta muy valorada en el teatro uruguayo, dado sus virtudes humanas y creativas, por lo que es una personalidad muy recordada. Es un tributo a su aporte comenzar esta nota haciéndolo presente. ¿Qué destacarías de su actividad como creador y de su originalidad en el teatro brasilero?
-Aderbal aún es el gran maestro en el teatro. Su espacio como artista creador de nuevos lenguajes aún sigue como un gran océano que se ha partido. Él, con su ciclo “Novela en escena”, ha dado vida en el escenario a cosas que parecían imposibles en el teatro, como su puesta y adaptación de Moby Dick, la ballena blanca y otras tantas obras que ha hecho, como su última creación sobre Eduardo Galeano, que él deseaba hacer en el Brasil y había hecho acá en El Galpón, el cual era parte de la vida e imaginario artístico de Aderbal. Él siempre contaba alguna historia vivida en El Galpón, siempre recordaba Uruguay como siendo su casa y su teatro. El amor por El Galpón seguía con él todos los días.
-Y a modo de presentación: ¿cómo ha sido tu actividad teatral en relación a Aderbal?
-Mi actividad teatral junto a Aderbal empezó como su asistente en 2002. Y allí encontré un maestro y un gran amigo. Yo buscaba escuchar al máximo sus pensamientos sobre el teatro e intentaba acompañar su increíble velocidad de creación y desarrollo de una escena. Él siempre buscaba un sentido y nunca algo fácil como una solución: le encantaban los problemas en una escena y no tenía duda de que el teatro puede todo en el mundo. Y así yo sigo, aún intentando acompañar su paso y acordándome de sus palabras para construir mis propias palabras y locuras en el escenario.
–Vas a estrenar en enero Ricardo III, siempre se señala este texto como emblemático respecto a los crueles abusos del poder y los medios espurios para conquistarlo y retenerlo. Es por lo tanto un texto político, dada la situación política de tu país, donde se señala a un ex -presidente como partícipe en un intento de golpe de Estado, ¿qué dimensiones adquiere este texto en ese contexto y en el mundo de hoy, con el avance de la ultraderecha y las fake news como herramienta para alcanzar el poder?
-El teatro es un espejo que refleja a cada época su imagen. Ricardo III es una obra que refleja muchas imágenes extremas de hoy. Un hombre que empieza hablando a la platea: “Yo elegí ser un villano, yo no fui hecho para estos tiempos afeminados de paz”. Casi diría que muchos políticos de extrema derecha casi hablaron lo mismo, como el caso de Bolsonaro en Brasil. Me acuerdo de una entrevista en que él decía que no entendía nada de economía de un país y que lo que sabía era matar gente por su formación en el ejército. Pero creo que la tragedia Ricardo III amplía nuestro pensamiento y nos hace considerar que en nosotros también puede existir una parte de Ricardo, aunque siempre nuestra educación, cultura y carácter formado en la sociedad nos hace percibir que debemos buscar acciones que piensen en el bien de toda la gente y que la búsqueda de un poder excesivo nos hacer quedar solos. Una obra es un convite a reflexionar sobre el mundo en que se vive y, más aún, desear y hacer cosas por el mundo, en favor de la igualdad y derechos hacia todas las personas. Hoy sabemos que muchos Ricardos caminan muy cerca de nosotros.
–Una de las escenas más complejas y citadas de esta obra es la seducción de Lady Ana, quien viene de enterrar a su marido asesinado por Ricardo, y este, hipócritamente, le manifiesta su amor. ¿Cómo vas a plantear esa escena?
-La escena de Lady Ana es algo que sucede en el mundo estructurado, donde el hombre tiene siempre un poder sobre las mujeres. En esta escena hay muchas cosas involucradas y que aún vamos a descubrir, pues en este momento de los ensayos, empezamos a caminar sobre esta escena. Pero sí, es emblemática y cruel la imagen y, al mismo tiempo, traduce cómo el poder y la furia pueden ser seductores y aplastar el carácter libre de una mujer en su dolor.
-¿Cuáles son los ejes temáticos y las formas expresivas que vas a resaltar y escenificar en tu puesta?
-La tragedia de Ricardo III también es nuestra tragedia. Tenemos una parte de Ricardo dentro de nuestro espíritu humano y esta parte de Ricardo que cargamos puede, en un momento u otro, mandarnos más o menos; esto va depender de lo que elegimos en la vida, lo que hacemos para desarrollar nuestro carácter. Pero Ricardo III no es solo sobre las guerras y violencias del Estado, es también, y tal vez en un punto profundo, sobre nosotros que caminamos en la calle, que bailamos, que hacemos teatro, que votamos y ganamos y perdemos y soñamos. Nuestra transformación en los días está impregnada de todo lo que hay en el mundo, y así los Ricardos también hacen parte ahora del mundo. Nuestros hechos, actos, deseos de seducción, poder, rabia, dolor, a veces se oponen a nuestras acciones y voluntad de paz y amor. Creo que hacemos una obra muy verdadera: estamos poniendo un espejo para reflejar el público y para reflejarnos a nosotros. Ricardo III también habla del teatro como juego; hay un parlamento en que Ricardo le pregunta a su primo qué hará, y él le contesta: “Yo haré mi papel”. La puesta es simple, pues su apoyo está en la presencia de los actores siempre en el escenario, sea como personajes o como actores. Tendremos, en los costados, dos mesas con sillas donde se ubica el elenco. Y a veces contestan los personajes desde sus sillas, en torno a las mesas. O sea, esta frontera entre el actor y el personaje a veces es fuerte, otras no se percibe. Este es un camino conocido: “la presencia del actor al lado de su personaje”. Y busco aquí ese sentido, por creer que la identificación con los personajes que vamos proponer al público partirá de esta naturaleza cotidiana de gente en la mesa, gente de carne y sangre que camina y respira como todos nosotros. La puesta va a contar la historia de modo simple, fuerte y verdadero, en el tiempo presente. Vivo.
-¿Algo que quieras señalar sobre tu primera dirección con El Galpón?
-Estar haciendo un trabajo en El Galpón es como haber llegado a un continente imaginario donde se vive, respira, se piensa la vida del punto de vista del teatro, y el teatro del punto de vista de la vida, que está hoy presente en el Uruguay y el mundo. Es imaginario para mí por tantas y tantas historias que Aderbal me ha contado sobre sus amistades y trabajos aquí en El Galpón. Caminar por la avenida 18 de Julio, donde caminó Aderbal, estar en el escenario donde él ha pensado sus escenas, es una experiencia que está haciendo cambios en mi modo de mirar hoy la vida, donde lo imaginario se hace realidad y nuestros sueños despiertan cosas concretas en nuestro camino. La amistad, el respeto por el teatro, un fuerte talento, son cosas que, para mi felicidad, yo vivo hoy en El Galpón, al cual estaré siempre agradecido por la invitación y confianza en mi trabajo. Ojalá sea el comienzo de un largo camino, de una navegación en este infinito océano del teatro, de olas fuertes y profundas de El Galpón.