Enero en Cinemateca

Cinemateca Uruguaya / 29 diciembre, 2022 /

Llega un nuevo año y Cinemateca lo recibe haciendo un repaso del cine estrenado en el 2022.

Entre las películas que podremos ver y rever están:

Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma. La historia se centra en dos jóvenes mujeres que les ha tocado vivir en tiempos difíciles (¿acaso no lo son todos?). Siglo XVIII, en una mansión en las costas de Bretaña. Una de las dos mujeres tiene que hacer un retrato de la otra. El cuadro deber ser enviado al prometido de la joven para que otorgue su aprobación y poder casarse con ella. El problema es que la joven no quiere ser retratada. La pintora acepta la propuesta, pero deberá retratarla a escondidas, sin que pose para ella y haciéndose pasar por su ama de llaves.

Pronto, la atracción de la pintora por su modelo será muy fuerte y muy física: se fijará en los pequeños detalles, la posición de sus manos, sus gestos y la forma de su rostro para luego plasmarlo en la tela. Pausadamente, casi si notarlo, se irá formando entre ellas una historia de amor que funciona gracias a la magnífica dirección de Sciamma.

Sexo desafortunado o porno loco, de Radu Jude. Dividida en tres capítulos, el último de los cuales tiene tres finales. Esta película se ocupa de los sobresaltos de una maestra de escuela secundaria que, desafortunadamente, graba con su marido un video de contenido sexual bastante explícito, el cual misteriosamente aparece en una página porno luego de que su teléfono celular es llevado a reparar. El video se hace viral y pronto está en las redes sociales en contra de los deseos de sus responsables. Los padres de los alumnos claman por una reunión oficial con la directora y la maestra para exigir su renuncia.

La película apuesta a proporcionar un cuadro más amplio que el propuesto en esa línea argumental. La primera parte de la película sigue a su protagonista por las calles de Bucarest, llenas de gente usando barbijos para protegerse del COVID, intentando que el video se retire para mejorar su situación en la inminente reunión de padres donde será cuestionada. En el segundo capítulo el director apela a un montaje frenético con escenas de archivo de todo tipo de la era post-Ceaușescu, en una suerte de caleidoscopio de una sociedad sumergida en un capitalismo salvaje.

El tercer episodio constituye lo que podría llamarse el “juicio moral” a la profesora, con toda clase de impresiones a cargo de unos padres enojados y una fuerte dosis de humor ácido.El conjunto funciona como una reflexión sobre el mundo de las redes y las carreteras de la información, sobre la forma en que cualquier cosa, buena o mala, se propaga a la velocidad de la luz, con el mensaje adicional de que no hay que ser tan estúpido como para grabar un video íntimo y esperar que no se viralice hasta la Antártida.

Bait, de Mark Jenkin. Mark Jenkin (Cornualles, 1976) se ha convertido en uno de los realizadores más interesantes de la actualidad. Sus películas a menudo exploran la herencia del pueblo córnico: un grupo étnico minoritario al sur del Reino Unido, con raíces anteriores a la invasión romana de Britania, al que él pertenece. Bait es un proyecto en cuyo guion trabajó durante dos décadas, para luego dirigir, filmar él mismo en 16 mm, revelar manualmente en su casa, montar y musicalizar. Bait es un film cargado de texturas y crudeza. Una aventura hecha laboriosa y analógicamente, con un resultado fascinante que no corresponde a un capricho estético sino a una manera de concebir el proceso artístico.

Bait, definida por The Guardian como “una de las películas británicas más emblemáticas de la década, (…) una auténtica obra maestra contemporánea”, es la historia de Martin Ward, un pescador córnico que aún se gana la vida repartiendo pescado y langostas de puerta en puerta, mientras su hermano usa el barco de la familia para llevar adinerados turistas de excursión y su casa de toda la vida es vendida a unos recién llegados para vacacionar.

Licorice Pizza, de Paul Thomas Anderson. El director de Boogie NightsMagnoliaEmbriagado de amor, Petróleo sangriento y El hilo fantasma ha realizado la que es acaso su película más personal con esta historia romántica que se desarrolla a principio de la década de los 70, en una zona de Estados Unidos que Anderson conoce muy bien, aunque en ese momento él todavía era un niño de pocos años de edad, y lo hace cuidando al máximo cada uno de los detalles y personajes, para mostrarnos lo que podría ser un primer amor, en este caso de un adolescente de 15 años por una joven 10 años mayor. El inteligente guion arranca con un prólogo en que la cámara hace un seguimiento de sus dos personajes centrales, para mostrarnos, en los siguientes minutos, su día a día, y la insistencia del adolescente de 15 años en ser el novio de esa chica de 25 años de la que está enamorada, tropezando con las dudas de ella con respecto a la diferencia de edad.

Durante la primera mitad, la historia se centra en ellos dos, y el espectador tiene que ir construyendo la historia a través de esos sketches que dan pistas de la evolución de sus vidas, de sus inquietudes, y en el caso del chico de su espíritu aventurero y emprendedor, de tener una visión de futuro para formar parte de negocios que podrían tener futuro. Luego la historia se expande y complejiza, con la irrupción de algunos personajes de espectáculo tomados de la vida real, aunque sus nombres aparezcan levemente cambiados (Lucille Ball, William Holden).

Anderson logra darle su sello a esta historia de amor entre dos personajes que están alejados del estereotipo físico de belleza americana de las películas del género.

Drive my car, de Ryusuke Hamaguchi. Yusuke Kafuku es un actor y director de teatro. Está casado con Oto, que es dramaturga. Son un matrimonio feliz, pero de repente Oto desaparece, dejando un secreto tras de sí. Dos años después, pese a no ser capaz de recuperarse de un drama personal, Yusuke acepta el puesto de director de la obra Tío Vania, en un festival de Hiroshima, y se dirige allí conduciendo su coche. Allí conoce a su chofer personal, Misaki, una joven reservada de pocas palabras. A medida que transcurre el viaje, la sinceridad creciente de sus conversaciones les obliga a enfrentarse a su pasado.

Bosco, de Alicia Cano. Orlando, el abuelo de la directora, sueña desde Uruguay su pueblito en Italia, el Bosco. Tiene más de cien años y parece que intercambia con ella hace mucho sobre esas imágenes que le recuerdan al Bosco. Le dice que cuatro o cinco días bastarán para filmarlo todo, porque quedan muy pocos en el pueblo, solo trece… Son trece habitantes y ella filma trece años. El encanto del pueblo y su gente atempera un proceso complejo que entraña la memoria y los lazos que se crean en la vida. Largas vidas con tiempos alucinantes.

La fuga del capitán Volkonogov, de Chupov Merkulova. Unión Soviética, año 1938. Stalin purga entre sus propias filas. Algunos hombres del Servicio de Seguridad Nacional (NKVD), los que ejecutan y reprimen, son también apresados y ejecutados. Volkonogov, un capitán entregado a la causa, sabe que está condenado y escapa. Mientras huye, trata de expiar sus crímenes recogiendo el perdón de las familias de sus víctimas.

Volkonogov ha desaparecido y nadie da con él en las oficinas centrales o en su escondite. Cuando sigilosamente recupera la documentación hacia el final del primer tramo de la película somos testigos del desenlace final. Cientos de ciudadanos que han sido detenidos y supuestamente enviados a campos de trabajo han sido asesinados sumariamente y Volkonogov (cuyo primer nombre es, no por casualidad, Fyodor, como el autor) se propone sacar todo a la luz y conseguir que se haga justicia.

 

El empleado y el Patrón, de Manuel Nieto. Rodrigo (Nahuel Pérez Biscayart) es un joven hacendado que está al frente de uno de los campos de su padre (Jean Pierre Noher) al norte del Uruguay. Está casado con Federica (Justina Bustos) y tienen un hijo muy pequeño con probables problemas de salud. Ante la necesidad de manejar una cosechadora, contrata a Carlos (Cristian Borges), un joven de la zona que a su vez está casado y tiene una hija pequeña. Una situación inesperada tensará la relación entre ambas familias.
El núcleo de la película plantea claramente un conflicto de clases, pero modificando algunos aspectos en los que esta problemática suele expresarse, eludiendo el obvio (y tentador) blanco y negro. El retrato de Rodrigo está lejos de los estereotipos que el cine (y los discursos políticos) suelen asignar a alguien de su posición social, y ello imprime una dinámica diferente al conflicto y a la relación con el hermético Carlos y su familia. Alguien ha establecido alguna relación con La ceremonia de Chabrol, película con la que se ha señalado que tiene algún punto de contacto.

 

Crímenes del futuro, de David Cronenberg. Las situaciones bizarras, el gusto por la monstruosidad, las mutaciones y lo macabro habían sido el rasgo predominante del mejor David Cronenberg (ScannersCuerpos invadidosEl almuerzo desnudo, en parte La zona muerta), antes de que el director comenzara a ser tomado en serio por los críticos y pareciera domesticarse, convirtiéndose en un tipo mucho menos interesante. Esta nueva película suya es un retorno a las fuentes, y no va a dejar indiferente a nadie: la mitad del público va a amarla, la otra mitad va a odiarla. Es un buen síntoma.
La historia se ubica en un mundo futuro no muy lejano y en una sociedad sucia y decadente (notable diseño de producción) que ha suprimido la experiencia del dolor, o mejor dicho, como en la mucho menos satisfactoria Crash del propio Cronenberg, encuentra placer en él. Con esa premisa como punto de partida, la película despliega un viaje intelectual a través de las verdades más incómodas y los más retorcidos deseos del animal humano.

 

Queremos agradecerles a todos por acompañarnos y les deseamos un buen comienzo de año.

 

Como siempre toda la programación podrá conocerse en el sitio web de Cinemateca, www.cinemateca.org.uy.

 

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