El impacto del COVID-19 en la cultura nacional

Entrevistas / 6 mayo, 2020 /

El mundo asiste perplejo ante la pandemia que, en tiempos de globalización, adquiere una inedita dimensión universal. El COVID-19 y sus consecuencias no es solo una crisis sanitaria, es lo que en las ciencias sociales califican de “hecho social total”, en el sentido de que involucra al conjunto de las relaciones sociales y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores.

En nuestro país una de las áreas más afectadas es la de la cultura, para calibrar los impactos y las perspectivas de futuro que se plantean los hacedores culturales, fuimos a su encuentro.

 

Entrevista a Mauricio Ubal

-¿Cómo te está afectando las consecuencias de esta pandemia que atraviesa el mundo entero?

-En lo personal, como artista, la suspensión de los recitales y todo lo que ello arrastra es tremendo. Hay un entramado de personas trabajando cada vez que se monta cualquier espectáculo. Y esos trabajadores de la cultura generalmente no tienen respaldo legal, son trabajadores en negro dado el carácter zafral que siempre tuvo esta actividad. Músicos acompañantes, sonidistas, ayudantes de escenarios, fleteros (hablo en el terreno que me involucra, cada arte tiene sus particularidades), gente de prensa, etc. Una extensa cadena que de pronto se detuvo. Algunos de nosotros nos volcamos al trabajo digital —subiendo recitales, atendiendo toda la movida de las plataformas, actuaciones en casa, etc.—, como forma de mantenerse activo e intentar generar algo. Pero en lo personal esta pandemia tampoco me ha dejado tener tranquilidad para componer. Es una guerra latente, sorda. Y lo peor es la falta de certidumbre sobre la terminación efectiva de este drama.

-¿Cuáles son las medidas paliativas que tuviste que tomar de forma inmediata?

-Recortar gastos de todo tipo.

-¿Cuáles serían las fortalezas y debilidades de nuestro escenario cultural que se evidencian ante la crisis mundial?

-Es temprano aún para tener una perspectiva clara. Sabemos que el sector tiene debilidades endémicas, muchas y de todo tipo. Gran porcentaje del trabajo cultural se realiza por fuera de las coberturas de asistencia social. No hay seguro de desempleo para los artistas, técnicos y aledaños. Las funciones al público serán de lo último en normalizarse, en un mercado muy pequeño para una oferta enorme. Habrá que ver si las nuevas autoridades de gobierno actúan con inteligencia y altura de estadistas, escuchando y sensibilizándose con un sector que siempre ha sido enemigo y crítico de sus posiciones políticas. Ojalá se instrumenten políticas públicas de apoyo desde el MEC, sería lo esperable luego del desastre que dejará la pandemia. Las posibles fortalezas radicarán en la solidaridad de la gente, así como en la tenacidad del sector para pensar, ser creativos y reconvertir la angustia en producción positiva, como se hizo ya en otras crisis.



Entrevista a Alcides Abella

-¿Cómo te está afectando las consecuencias de esta pandemia que atraviesa el mundo entero?

-Con más del 85 % de las librerías cerradas (incluidas las integradas a los shoppings de todo el país) la industria del libro se ve cuestionada en todo su ciclo: autores, imprentas, editores y librerías.

-¿Cuáles son las medidas paliativas que tuviste que tomar de forma inmediata?

-Por un lado, apelamos a suspender nuevas ediciones, y seguro de paro para todos los compañeros como recurso para reducir el impacto económico. Simultáneamente, tratando de mantener un vínculo con nuestros lectores, hemos procurado desarrollar nuestras redes con nuevos y diversos contenidos. Desde ahí incluso hemos propuesto la venta online como alternativa en tiempos donde el lector no puede ir a la librería y revisar a su gusto todos los títulos. De todos modos hemos postergado, sin fecha, las nuevas presentaciones de libros, charlas con escritores en Montevideo e interior, y, en especial, las ferias de libros que tanto aportan a nuestro trabajo cotidiano.

-¿Cuáles serían las fortalezas y debilidades de nuestro escenario cultural que se evidencian ante la crisis mundial?

-La fortaleza: un excelente circuito de librerías, talleres de literatura, visitas de autores extranjeros, feria nacionales de libros, concursos, etc. son parte de una tradición que habla muy bien de nuestro país. Claro, si se demoran las soluciones y el Estado no toma un papel decisivo en restablecer este noble circuito cultural, es muy difícil que las pequeñas editoriales perduren. Y ahí, en esa encrucijada, se juega una actividad que, desde hace más de cien años, mucho aportó a la construcción cultural de nuestro país. La debilidad está en el tiempo que dure esta suspensión de actividades: una vez que se pierden estas estructuras editoriales, se hace muy difícil reparar este andamiaje que, a pulmón, crearon los editores uruguayos.

-¿Cómo imaginás tu actividad cultural ante el nuevo mundo que va a emerger después del COVID-19?

-Lo dicho antes: tratar de reconstruir los vínculos entre autores, editores, libreros, público. No olvidar que, gracias a esa tarea, las editoriales independientes han publicado decenas de miles de títulos referidos a nuestra sociedad: historia, literatura, economía, libros infantiles, etc. Es imposible entender la cultura de un país sin el papel clave que los libros desempeñan en esa construcción. El desafío es ahora, con dificultades nunca vistas en nuestra historia, recrear esta actividad. Los editores intentaremos seguir con este esfuerzo, y público y autores sin duda nos acompañarán. Eso sí, dependerá del apoyo del Estado lograr ese objetivo. De lo contrario será imposible.


 

Entrevista a María José Santacreu

-¿Cómo te está afectando las consecuencias de esta pandemia que atraviesa el mundo entero?

-Muchísimo, porque se ha cortado de raíz nuestra fuente de ingresos que son las exhibiciones y las cuotas de los socios y, por otra parte, no se han cortado los costos: el archivo hay que seguir manteniéndolo a pesar de la pandemia y allí se sigue trabajando. Así que la situación es crítica. Estamos tratando de imaginar qué cosas podemos hacer, entre las que se encuentra el ciclo de cine por TV Ciudad.

-¿Cuáles son las medidas paliativas que tuviste que tomar de forma inmediata?

-Lamentablemente siempre las medidas afectan primero a los trabajadores y, habiendo cerrado las salas, gran parte de la plantilla de funcionarios está en el seguro de paro. Pero hay pocas medidas que puedan tomarse, porque gran parte de los costos, incluso con las salas cerradas, permanecen. Evidentemente hay otros costos que disminuyen,
pero incluso en una situación de cierre, los proyectores tienen que encenderse cada dos o tres días y permanecer encendidos por 24 horas, porque si no se dañan.

-¿Cuáles serían las fortalezas y debilidades de nuestro escenario cultural que se evidencian ante la crisis mundial?

-No puedo imaginar ninguna fortaleza que emerja de esta situación, nefasta tanto para quienes producen cultura, como para quienes la muestran y para quienes la disfrutan. Si hay alguna tendrá que ver con la unidad y la solidaridad del sector, con cierta noción de la “utilidad” del arte, al que se ha recurrido tanto en esta situación de encierro y para generar una conciencia en la gente de la necesidad de apoyar la cultura.

-¿Cómo imaginás tu actividad cultural ante el nuevo mundo que va a emerger después del COVID-19?

-Creo que se va a ver muy afectada hasta que la gente se sienta nuevamente segura estando sentada en un recinto cerrado, junto a otras personas. La incertidumbre no es solo cuándo reabrirán las salas sino, sobre todo, cómo se comportará el público y qué costumbres adquiridas durante este periodo inusual habrán quedado para no irse ya
más.



Entrevista a Rodolfo Santullo


-¿Cómo te está afectando las consecuencias de esta pandemia que atraviesa el mundo entero?

-Como a todo el mundo, supongo. Tengo tanta incertidumbre como cualquiera. Por lo pronto, nos hemos concentrado con mi familia en cuidarnos, quedarnos todo lo posible en casa y tratar de no sobreinformarnos —pasar todo el tiempo buscando noticias—, porque eso te termina por agotar todavía más.

-¿Cuáles son las medidas paliativas que tuviste que tomar de forma inmediata?

-Lo de todos: tapabocas, aislamiento, etc. Por las características de mi trabajo, en casa, por internet, mi día a día cotidiano no ha cambiado demasiado, aunque ahora mi esposa y mis hijos están en casa todo el tiempo.

-¿Cuáles serían las fortalezas y debilidades de nuestro escenario cultural que se evidencian ante la crisis mundial?

-Pregunta difícil. Las fortalezas pueden haberse visto ya, ante un contexto de encierro la comunidad cultural ha respondido con muchos aportes: desde donar libros completos online, hasta conciertos por redes sociales o improvisar obras de teatro. La debilidad es la de siempre —magnificada además por un contexto que anula un buen número de los caminos tradicionales—: la dificultad que supone intentar que sea rentable la producción cultural. Quizá ahora se intensifica la relación artista-consumidor por las mismas circunstancias, con perjuicio de los habituales intermediarios (editoriales, discográficas, etc.).

-¿Cómo imaginás tu actividad cultural ante el nuevo mundo que va a emerger después del
COVID-19?

-Es difícil de prever. Yo espero poder seguir escribiendo libros e historietas, y lograr, de alguna manera, vivir de ello, lograr que lleguen de alguna forma a aquellos que estén interesados en lo que yo produzco. No es algo muy diferente a lo que hago desde hace muchos años ya. Si creo que, quizá, el teletrabajo, la distribución no tradicional de bienes culturales y la producción particular se verán potenciados por este aislamiento.



Entrevista a José María Novo

-¿Cómo los está afectando las consecuencias de esta pandemia que atraviesa el mundo entero?

-Como en toda institución cultural, el golpe fue muy grande. Ver prohibida por decreto nuestra actividad principal y haber tomado la decisión de suspender nuestras clases (una actitud que creemos responsable y consciente sobre la importancia de primar lo sanitario), coloca a un grupo como el nuestro en una situación muy delicada.

-¿Cuáles son las medidas paliativas que se tuvieron que tomar de forma inmediata?

-En cuanto a los ensayos y actividades de impacto social que realiza nuestro grupo, se adoptó la modalidad virtual para llevarlas adelante. La misma medida se optó también con las algunas clases durante estos primeros 45 días y, lo que es más importante, se ha mantenido el contacto con los alumnos, que son muy conscientes de la situación y
que nos han ofrecido su apoyo y su respaldo. Más allá de eso y desde un punto de funcionamiento práctico, se envió a seguro de paro a los compañeros que llevaban adelante las tareas de atención al público y de escenotecnia.

-¿Cuáles serían las fortalezas y debilidades de nuestro escenario cultural que se evidencian ante la crisis mundial?

-En cuanto a las fortalezas del sector, creo que se evidencian los aspectos que ya conocíamos, pero que no deja de ser gratificante en estas épocas. Nuestro sector ha demostrado ser creativo, solidario y atento a la realidad de todos. Las debilidades son muchas y en principio tienen que ver con la no aplicación de una ley de protección a nuestra actividad (votada por unanimidad el año pasado), que deja a un sector que ya estaba en mala situación aún más desprotegido. Por otro lado y exceptuando las medidas que adoptó la Intendencia de Montevideo, no hemos encontrado aún ningún tipo de apoyo al sector por parte de las autoridades, lo que no hace más que incrementar el estado de preocupación del sector.

-¿Cómo imaginás tu actividad cultural ante el nuevo mundo que va a emerger después del COVID-19?

-Reiniciar las actividades va a tener, creemos, dos aspectos a tener en cuenta. Por un lado, el artístico, que —valoramos— será muy interesante. Este tiempo, creo, no ha servido más que para inyectar de ideas y ganas a nuestro medio. Desde el punto de vista operativo, tendremos por delante el desafío de volver a convocar al público y mancomunarlos en este espacio de reunión y discusión que es el teatro. Esperemos que al igual que otras actividades, contemos con políticas impulsadas por el gobierno para eso.

 

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