Teatro Circular de Montevideo

DIEGO ARBELO: “Lo importante es conocer nuestros orígenes para poder elegir mejor nuestro presente”

Teatro / 31 julio, 2018 /     Luis Vidal Giorgi

Diego Arbelo ingresó como actor en el 2008 a la Comedia Nacional y ha sido parte de la renovación del elenco oficial, destacándose por la solidez de sus trabajos actorales. Transita ahora por la dirección, sus últimos espectáculos como tal fueron un texto propio: Mar de fondo, y Apenas el fin del mundo del francés Lagarce. Conversamos sobre su próximo estreno de autora nacional en el Teatro Circular.

A tu ascendente carrera actoral has ido sumando la dirección, tu último espectáculo fue Apenas el fin del mundo, de Jean Lagarce, creo que es interesante para el lector recordar algunos de los títulos que has dirigido y sus características, ya que incluso en varios has manejado también la presencia del canto y la música. ¿Cuáles han sido esos espectáculos más significativos?

-Si bien he dirigido teatro en alguna oportunidad, me he animado a hacerlo solo en situaciones puntuales en las que, más allá del gusto por el desafío de dirigir, existiera algo que verdaderamente quisiera contar. En cualquiera de los casos, el carácter significativo estuvo presente, aunque manifestado por diferentes causas, dada la singularidad de cada autor, del elenco, del proceso y de las condiciones de trabajo. En el caso de Lagarce, ya sea en Music–Hall o en Apenas el fin del mundo, la dimensión de su poética y lo errático de sus palabras ya es un universo en sí mismo que solo por abordarlo se vuelve especial para mí.

El título No ver, no oir, no hablar sugiere no enfrentarse a una realidad o verdad, acomodarse a una situación o a una prohibición. Desde la obra y tu perspectiva: ¿la verdad puede conocerse? ¿Soportarse? Y el Arte… ¿es una mentira que contiene una verdad?

-Creo que la verdad puede conocerse, solo que no todos estamos preparados para soportarla y es humano que así sea. Matilde, el personaje protagónico de la obra, encarnado por Bettina Mondino, intenta ponerle el cuerpo a la verdad, intenta volverse más consciente de su condición y evidenciarla en su entorno, impulso que en la obra, así como en la vida, encuentra sus resistencias. También sucede que la negación habla muy bien de nuestro sistema de defensas, entonces este se activa para poder seguir lidiando con la realidad, poder seguir viviendo. Por otra parte, resulta difícil pensar en la verdad como concepto aislado cuando es el punto de vista el que construye respecto de un objeto, un sujeto o un acontecimiento cualquiera. De lo que se infiere es que existen tantas verdades como personas o puntos de vista.

En cuanto al arte como mentira que contiene una verdad, daría para desarrollar un ensayo filosófico del cual no me siento capaz. El tema es muy vasto y “la verdad” a un nivel más existencial se pone compleja. Pero remitiéndome al arte teatral como manifestación artística, me atrevo a pensar que el teatro en tanto construcción ficcional se vale de la necesidad de la mentira a través de un pacto de creencia entre los actores y el público, en el que acontece algo en lo que verdaderamente creeremos, de no ser así no iríamos al teatro. Vamos porque queremos creer en esa mentira jugada en serio. De esta manera, el teatro pone en crisis nuestra noción de realidad, generando una realidad paralela reveladora de que lo otro, es decir, lo concebido como vida real, es otro tipo de construcción. No ver, no oír, no hablar desata el mismo mecanismo para mostrarnos cuánto se puede manipular en la vida lo real para sostenerlo como una versión posible.

-¿Cuáles son los otros temas que pensás resaltar y que te atraen de la obra?

 -Además de las nociones de verdad y mentira, otros temas que me interesa resaltar de la obra son: el amor materno y las implicancias de su incondicionalidad, y la culpa como propulsora de cambios esenciales. Por último, lo importante que es conocer nuestros orígenes, saber de dónde venimos para poder elegir nuestro mejor presente.

-¿Hay alguna pauta metódica que has seguido en tu trabajo con los   actores? 

-Tal vez resulte pretencioso pensar en pautas ligadas a un método. Con lo que sí trabajamos es con ciertas premisas afianzadas en la intuición, los vínculos entre los personajes, la ecuanimidad en la actuación, el rigor en los detalles, la exploración del potencial de cada actor y, por sobre todo, el gusto de compartir nuestro tiempo haciendo teatro.

¿Algo más que quieras agregar?

-Sí. El punto de partida para la escritura surge a razón de la invitación que me hizo el Teatro Circular para dirigir su elenco, teniendo la libertad de proponer un texto de mi interés. Pensé que podría ser interesante encargar la escritura de una obra a Stefanie Neukirch, quien desde hace un tiempo explora la dramaturgia. A esta circunstancia se le sumó el conocimiento, casi fortuito, de la existencia de una empresa japonesa que ofrece servicios muy novedosos y que resultaron ser el disparador perfecto para que ella empezara a escribir. Sin ánimo de hacernos los misteriosos, convenimos en que no es propicio dar información detallada acerca de la obra, ya que parte del atractivo de la misma reside justamente en que el espectador vaya descubriendo su entramado durante la función.

 

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