Cecilia Cósero
Actrices / 30 diciembre, 2019 / María Varela
-Cecilia, ¿vos siempre tuviste claro que el teatro iba a ser una parte fundamental en tu vida?
-Sí, y lo fue desde chiquita, ya que me encantaba actuar en los festivales de la escuela y en los veranos, cuando me iba de vacaciones a Carmelo, a lo de mis tías, armaba obras, canciones y las ensayaba a la hora de la siesta, con la ayuda de mis primos, y un día a la semana hacíamos nuestro teatro para mi familia y las personas que venían de visita; era bastante estricta con los ensayos y el silencio a la hora de la función, jaja.
-En Uruguay siempre fuiste una de las actrices más valoradas e interesantes de tu generación. Trabajaste en proyectos importantes como, por ejemplo, Mi muñequita, de Gabriel Calderón, y también hiciste cine. Contanos algo sobre tus comienzos en el teatro uruguayo.
-La primera obra que hice a nivel profesional fue Pradera en Flor, de Bernardo Cappa, luego de ganar el primer premio en Teatro Joven, la presentamos en el Mincho bar, no recuerdo si uno o dos meses; contamos para el estreno con la presencia del autor y con un grupo independiente al cual pertenecí, Deteneos Teatro; armamos un taller-charla con Bernardo y Roberto Suárez, ya que nosotros éramos alumnos de él… estuvo muy bueno ese intercambio. Desde el comienzo, el teatro para mí fue una cuestión colectiva y lo sigue siendo hasta hoy.
-Junto a Mateo Chiarino formaron una hermosa familia. ¿Por qué decidieron dejar el Uruguay para irse primero a México y luego a Argentina?
-Erámos tan jóvenes, nosotros estábamos haciendo Mi muñequita y justo nos salió un festival por Centroamérica, los dos por separado teníamos ganas de viajar; una vez que estuvimos juntos fue mejor porque ese viaje no lo hacíamos solos; no teníamos nada que nos impidiera salir de Uruguay, y la mitad de la ruta la hicimos con nuestros amigos de Mi muñequita; si salía mal nos volvíamos. México no fue nuestro lugar por varios motivos, y durante la gira vimos obras de Veronese, de Timbre 4, y dijimos: “Es en Argentina”. Además de que estamos muy cerca y por suerte pudimos trabajar en Uruguay también. Lo último que hice fue Feriados, la serie de televisión, y en cine, Otra historia del mundo, de Guille Casanova. Si fuera por mi viviría en la mitad del Río de la Plata.
-Sos una actriz comprometida socialmente, ¿ese compromiso se traslada al escenario a la hora de elegir una obra?
-Sí, totalmente, algunas con un mensaje más directo o más obvio que otras, pero sí, hace tres años que estoy con dos obras: Piel de Cordero, de Zuleika Esnal, sobre violencia de género; y Los días más felices, de Rodrigo Cárdenas, que cuenta la historia de su hermano Álvaro Cárdenas, detenido desaparecido durante la dictadura cívico militar Argentina, y de su familia. Para mí es muy importante el teatro como herramienta social, el arte en general. También elijo hacer obras como Trinidad Guevara, de Marianella Morena, que reivindica la historia de una mujer que rompió con lo establecido por el patriarcado; Ex, que revienten los actores, de Gabriel Calderón, que muestra las vidas de una familia atravesada por la dictadura. No las busco especialmente pero termino haciéndolas parte de mi mundo artístico.
-Estuviste nominada al Premio ACE (Argentina) como Mejor actriz revelación, con la obra Trinidad Guevara, de Marianella Morena. Hablanos sobre ese trabajo que también vimos en Montevideo.
-Trinidad es un obra que amo y me acompaña desde hace 9 años. Viviendo en México, comenzamos a charlar con Marianella de la posibilidad de laburar juntas, y una vez que yo decido venirme a Buenos Aires, era más factible esa posibilidad; y el monólogo, lo más práctico para dos personas que vivían en distintos países y que no contaban con dinero ni producción. Así fue que durante un año viajábamos por nuestra cuenta y empezamos a hacer realidad la obra. Luego vinieron los estrenos en la misma semana en Buenos Aires y en Montevideo, y después, lo que sucedió en Buenos Aires con la obra fue de una sorpresa tan linda que me ha permitido al día de hoy volver. La noche que me entero que estaba nominada como actriz, estaba sola en casa y por irme a hacer la función, veo la noticia de los nominados y se me dio por leer, y al final aparece mi nombre; mal escrito mi apellido, por lo que supuse que había sido un error pero no, era real, en ese momento no fui consciente de la importancia de esa nominación; después, con el paso del tiempo, adquirió mayor relevancia en una ciudad donde hay muchísimas actrices y espectáculos impresionantes y, sin embargo, con Trinidad tuve ese lugar de privilegio. En el 2016, recorrí once ciudades de México con Trinidad, fue muy lindo volver al mismo país donde viví un tiempo, representar al Uruguay y contar un poco la historia de nuestro Río de la Plata. Ojalá pueda hacerla en Montevideo otra vez.
-¿Qué proyectos tenés para el año próximo?
-Estreno un nuevo unipersonal, Antonia Occhipinti de la mañana a la noche, de Carlos Diviesti, con la dirección de Graciela Schuster, la producción de Gabriel Cabrera; para principios de marzo, en No Avestruz, los sábados. Es la historia de una inmigrante italiana, que se desarrolla de 1930 a 1940, fanática del cine, que está en la ruta esperando que la lleven al fin del mundo, y habla con una lora embalsamada. Sigo con la obra Los días más felices, de Rodrigo Cárdenas, en Caras y Caretas, los viernes de abril y haciendo funciones por la Argentina.
Otro nuevo proyecto independiente que comenzamos a ensayar en febrero con unas compañeras de obras anteriores, y con Mateo también comenzamos a ensayar una obra juntos, pero esta vez los dos como actores, bajo la dirección de Silvina Katz.
Y el relanzamiento de Ex, que revienten los actores, de Gabriel Calderón, para mitad del año.