Una obra de teatro refleja su tiempo. A veces con alegría otras veces nos abre los ojos delante de imágenes que nos recuerdan que hay mucha gente en el mundo que es capaz de hacer de todo por obtener poder. La obra Ricardo III de William Shakespeare nos dice que sí, «no hay paz entre los hombres que desean una corona y estos hombres son capaces de incendiar el mundo por esto»
Esta es una obra clásica e histórica, pero está ubicada en El Galpón con la fuerza feroz del presente. Y sobre el escenario caminan gente de carne y hueso con sus pensamientos y deseos que reflejan el mundo de hoy en una historia vivida aquí y ahora. Hablar de qué es capaz el carácter humano cuando se torna una bestia hambrienta es algo que Shakespeare ha hecho con una sabiduría que atraviesa los tiempos y nos llega cómo algo de hoy en el 2024. No dudemos que el mundo hace sus giros y la historia se repite y se repite. Cambian los personajes pero los hechos de dominación, guerra y conspiración tristemente se repiten.
“Elegimos contar esta historia porque nos enfrenta con temas de urgente atención: concientizar sobre el daño irreparable que pueden provocar los tabúes en torno a la salud mental, el bullying, la indiferencia, la carencia de empatía, la injusticia.
Pero una vez que nos adentramos en el último año liceal de estos tres amigos, contar esta historia se siente como una necesidad, como un grito de auxilio, ese que Sam no alcanza a pedir, porque nadie le enseñó cómo.
Esta amistad, y el amor infinito que los une, nos muestran que sí hay luz al final del camino, que nadie debería luchar en soledad. Hablen, escuchen, todos somos responsables y podemos hacer la diferencia.”
Soledad Lacassy
Celso y Celia son dos adolescentes que deciden no irse de vacaciones y pasar el
verano juntxs, sin padres, adentrándose en un ritmo frenético de juego y fantasía.
Mientras tanto, al director de la obra le preocupa que su papá no la entienda, la
ex performer / ex asistente / ex iluminadora / ex bailarina anda en bicicleta, hace
saltos mortales, conecta hilos y baila, baila, ¿baila? La música toca el violín, el
piano, el bajo, se hace DJ, dirige una orquesta de voces y, por primera vez, actúa.
El director explica, explica y explica. Lo único que pareciera mantenerlxs en el
mismo espacio es la amistad entre ellxs. Sin eso, esta obra no existiría.
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