Entrevista central

ARIEL CAZES: “Es fundamental generar en los jóvenes el gusto por este tipo de espectáculos”

Entrevistas Centrales / 31 julio, 2018 /    Luis Vidal Giorgi

En agosto en el Audiotorio del Sodre se estrena la ópera Dulce Rosa, basada en un relato de la escritora chilena Isabel Allende, que fuera presentada por primera vez en Los Ángeles, con la dirección de Plácido Domingo, en el 2013. Conversamos con Ariel Cazes, director del Área Lírica, quien se muestra entusiasta de esta propuesta de ópera contemporánea, por su atractivo para todo público.

-A modo de introducción, hace ocho años que está abierto el Auditorio del Sodre…

-Casi nueve, va a hacer nueve, ahora en dos meses; el año que viene se cumple el décimo aniversario de la apertura del Auditorio Nacional.

-Y realmente se ha consolidado, no solo en el panorama cultural montevideano, sino hasta en el paisaje urbano, como un punto de referencia, y realmente ha generado una corriente de público. Lo que me gustaría ahora, además de mencionar antecedentes, es hablar de cómo la ópera ha ocupado un lugar dentro de la oferta variada que tiene el Auditorio

-Claro, la ópera siempre es un género que ha quedado un poquito a la zaga, tal vez por un tema de costos. La ópera es un espectáculo caro. Se está buscando un equilibrio dentro de la programación que permita, desde los números, que el Auditorio Nacional siga siendo un protagonista imprescindible para la vida cultural del país. Todo teatro nacional debe cubrir ese rol. Y el público en estos diez años ha ido adoptando y adaptándose a esta nueva costumbre de consumir espectáculos de muy diversa índole, si bien esto es un teatro nacional que cuenta con cuerpos estables: con una Orquesta Sinfónica nacional, con un Ballet nacional, con un Coro nacional, con Conjunto de Cámara, ahora con coros de niños, con coros de jóvenes. También se abre el abanico a terceros o a productores que llenan la grilla en el correr del año, y lo hacen en un espacio polivalente, donde distintos tipos de expresiones artísticas tienen lugar.

La ópera ha evolucionado bien. Pensemos que el Uruguay como país tiene una larguísima tradición operística; solo pensemos en la data de fundación del Teatro Solís: 1856, casi ciento setenta años. Eso genera que inclusive, por el desarrollo de la historia, a partir de las primeras décadas del siglo pasado, en el año 29, el Sodre sea fundado; se crea como instituto nacional, y pasa, en cierta forma, a suplantar esos esfuerzos que eran de índole privada. El Teatro Solís nació como un teatro privado, construido por un grupo de gente afín a esa cultura que venía de Europa. Y a partir del año 30 el Sodre toma las riendas de lo que es la lírica. Se crea aquí la primera Orquesta Sinfónica del continente. Y la ópera tiene un lugar destacadísimo. Pasan por aquí las grandes figuras, las grandes luminarias del mundo de la lírica, desde Caruso hasta Beniamino Gigli; son innumerables las figuras que pasan por estos escenarios. Y eso sigue hasta 1970, estamos hablando prácticamente de cuarenta años donde la ópera funciona y funciona muy bien. Habría que ir a los archivos del Instituto, pero seguramente aquí se realizaban una docena de óperas al año, además de espectáculos sinfónicos, ballets… Luego viene la hecatombe, que comienza primero con el incendio del Estudio Auditorio, que estaba acá mismo, y después con la ruptura de la institucionalidad. Entonces, decimos que a partir del año 29 y hasta el año 71 pasan cuarenta años; del 71 al 2009, que se reinaugura el mismo teatro —el nuevo teatro en el mismo lugar físico—, pasan otros cuarenta años, un agujero en la historia cultural del país enorme, con todo lo que implicó la ruptura institucional.

-Me acuerdo que Abbondanza, en El País, todos los años sacaba una nota haciendo referencia a esos cuarenta años que se iban acumulando, hasta que al fin con decisión política se dio la reapertura.

-Entonces la ópera, durante esas décadas del setenta hasta ahora, hasta el 2009, pasó a ser un hecho bastante aislado. Hubo experiencias que tuvieron al género, en cierta forma, sobre el tapete, con alguna asociación como lo fue ProÓpera en su momento, a fines de los ochenta y durante década del noventa, hasta que dejó de existir. Y, después, el Solís también retoma la actividad en el 2004, cuando se reinaugura, luego de la tan esperada remodelación y de la puesta a punto de todo su equipamiento y de su edificio. Y, hoy por hoy, conjuntamente con el Teatro Solís, el Sodre presenta espectáculos de ópera que completan una grilla para el público en un amplio abanico.

-En un momento, a raíz de una entrevista, yo le planteaba a Grieco, cuando estaba en el Solís, por qué sólo hacían óperas clásicas, que era una carencia, y él señalaba que, para él, había que formar un público, y entonces había que empezar por lo clásico; y yo le señalaba que ya es hora de las óperas contemporáneas, como permanentemente hace el Colón, que se adapten textos y hasta novelas contemporáneas, porque eso genera también un interés en un público mucho más masivo y más joven además.

-Yo creo que a la ópera hay que salvarla de esta forma, si no es un género que se muere. Tratar de venderle a un millennial la historia de Rigoletto… No quiero decir con esto que ya no cuenten las joyas de la literatura, ese abanico inmortal de creaciones que hay, que vamos a seguir viendo, y que han pasado por distintos tipos de cambio, de evolución. Generalmente, como no se puede evolucionar en la música porque son piezas intocables y son perfectas, se busca innovar desde la puesta escénica, y eso ya lleva el mundo un largo camino; el otro día vi una presentación de La Bohème en una nave espacial, dirigida por Gustavo Dudamel —uno de los grandes directores del momento—; era una cosa ya al borde de lo ridículo, era una nave espacial —está en Internet—, y Rodolfo estaba disfrazado de astronauta y ella también, es un poco hasta bizarro, o sea, la imaginación de los puestistas o de los escenógrafos y directores escénicos no tiene fin. Yo creo que con eso se busca generar el impacto, la reacción, y que se hable del hecho artístico, que se hable de La Bohème pero que se hable de ellos mismos. Mi concepto personal es que hay que matizar, por eso este año vamos a hacer esta ópera estrenada en 2013 por un gran teatro como es la Ópera de Los Ángeles —una de las principales casas de ópera de mundo—, que, en ese momento, fue dirigida musicalmente por Plácido Domingo, cuya historia se basa en un texto de Cuentos de Eva Luna que se llama Una venganza; entonces se forma ahí un tándem bastante mágico, que lo genera Lee Elwood Holdridge —que es un gran compositor americano, con una trayectoria, con premios Grammy— con Isabel Allende ,que es uno de los bestsellers más famosos y leídos por el público de habla hispana; también Plácido Domingo y, en este caso, nuestra María Antúnez, que es una soprano, una de las tantas figuras que el Uruguay ha dado al mundo de las artes, y que yo la definiría como una artista ligada a ese tipo de personajes, de superestrellas como Plácido Domingo que la convoca permanentemente a participar de sus producciones. De esa forma, María, que está en contacto con nosotros, le cuenta de esa experiencia al maestro Ariel Britos con la Orquesta Juvenil; y tengo que destacar especialmente la participación de la Orquesta Juvenil en este proyecto, que tiene que ver con lo que vos me planteabas al principio: cómo o de qué formas se aggiornan estas cuestiones. Y, bueno, se genera todo un movimiento de jóvenes alrededor de una producción de ópera que es un cuento que la gente lo puede leer perfectamente en Internet, es un cuento muy corto, es una historia muy compacta pero muy cruda, no tiene más de cuatro o seis páginas, y trata de una venganza, de un levantamiento armado en una ciudad o en un pueblo que puede ser latinoamericano, donde interviene un grupo armado en una conspiración política para derrocar a un senador, a un gobernador, que es el padre de nuestra heroína, Rosa Orellano; y el final es inesperado porque Rosa termina enamorada del enemigo, del asesino de su padre.

-Sabés que yo lo leí el cuento y nosotros hemos tenido ahora muchas polémicas a nivel de obras de teatro por el tema de género; ¿no habrá alguna voz que se levante diciendo: “¡Cómo se va a enamorar de quien la ultrajó!”.

-Claro. A ver… yo creo que nuestro público ha cambiado mucho. Hay un tema, nosotros no programamos para el melómano, porque el melómano no existe más, prácticamente se murió. Estamos en 2020. Nosotros tenemos que generar un espacio con una propuesta renovadora… A mí nunca se me ocurriría hacer La Bohème en una nave espacial; no sé… si un director me viene con esa propuesta, lo sacamos carpiendo del teatro, pero es necesario, sí… primero por la creación, por la composición. Nosotros hace un par de años hicimos Rashomon, de León Biriotti, hay una cuestión de respeto por el creador nacional, por la persona que ha creado toda la vida y se sienta en una mesa y escribe, y le dedica la mayor parte del tiempo de su vida… y si no es el Sodre, si no es un teatro nacional el que apuesta a estas cosas, ¡quién va a apostar!

La Ópera de Los Ángeles generó una enorme repercusión con esta Dulce Rosa, con esta ópera, por todos los componentes de merchandising que andaban alrededor; te estoy hablando de Isabel Allende, de Plácido Domingo, de Holdridge. Yo creo que tiene que ver mucho con el musical que es esta obra, si uno la analiza musicalmente… Yo la he escuchado bastante, tengo que decir que se ha traducido el texto sobre la música; el propio compositor, que seguramente nos va a visitar para el estreno, ha trabajado en el traslate del inglés original en que está escrita la obra al español, y eso lo tuvo que hacer el propio compositor porque no solamente hay que cambiar de textos sino también acomodar un montón de temas inherentes a la música.

Para mí, es fundamental generar en los jóvenes —en “los nuevos”, como me gusta decir— el gusto por este tipo de espectáculos, yo estoy seguro de que cualquier chico que participe de un espectáculos de estas características vuelve, no se lo olvida, y a eso apostamos. Vamos a hacer dos funciones únicamente por cuestiones de espacio, de programación. Reitero: la ópera es un género sumamente oneroso de producir, pero vamos a tener un equipo fantástico, un equipo de cantantes, la propia protagonista de Los Ángeles va estar aquí interpretando a Rosa Orellano, el vestuario es original de Los Ángeles —hemos hecho una asociación con el teatro de la Ópera de Los Ángeles, y hemos adquirido el vestuario completo de eso—, la puesta aquí va a ser de un director argentino, de Rubén Darío Martínez, la escenografía es de Ana Arrospide, la iluminación es de Laura Leifer, hay un tema con la multimedia, que ahora se utiliza muchísimo, o sea, todo aquello de la escenografía corpórea no es que no exista, pero la multimedia genera distintos climas, y es un hecho artístico mucho más actual para los jóvenes, que es el público que nosotros queremos captar. Entonces, creo que el Sodre va a poner sobre el escenario mayor del Auditorio un espectáculo muy potente y muy imprescindible. En materia de precios es accesible, las entradas van a partir de los $250 y la entrada más cara sale $1500, pasando por $1200, por $800… una tertulia que tal vez es el mejor lugar que tiene la sala y una galería baja de $450.

-Y no tienen que venir de traje…

-No tienen que venir de nada, al contrario. Por eso todo ese folclore con respecto a la ópera ya no existe más, en un momento había que ir a la ópera de galera y de bastón, eso ya no existe más.

-Y también fue positivo, en un momento, aunque era un poco resistido, el hecho de que hubiera traducción simultánea…

-Exacto. En este caso no la vamos a tener porque la ópera se va a hacer en español. Es muy importante que la gente entienda los textos. Yo cuando era chico iba a ver una ópera clásica que me parecía maravillosa pero no entendía nada. Hoy por hoy la tecnología permite que en las óperas del repertorio nosotros toquemos sobre titulados instantáneos, todo eso hace que este maravilloso género… tal vez el género más completo de todos, la ópera no es más que una obra —ópera significa obra— musical con actuación, con canto, con música, con una gran orquesta, un gran coro; en este caso, vale destacar la presencia de la Orquesta Juvenil bajo la dirección del maestro Ariel Britos, una orquesta que si bien es juvenil tiene un estándar de calidad de orquesta profesional, y que va a acompañar estupendamente esta pieza.

-Siempre se lo ve a los muchachos, acá en el hall, portando sus instrumentos con gran entusiasmo…

-Recién los veía pasar. Hoy ha sido un día de audiciones. La verdad que no la tienen fácil los chiquilines, tiene que estudiar muchísimo, pero es la forma de lograr… El arte no tiene un techo tangible, uno puede crecer en todo lo que su talento le permita y en todo lo que su trabajo le permita, y eso los chiquilines lo tienen claro y trabajan seriamente, se han tomado —tanto la dirección de la Orquesta Nacional Juvenil del Sodre como los chicos— el trabajo con una seriedad fantástica.

-Sobre todo los que cargan el violoncello.

-¡O el contrabajo! Decir que son livianos.

Comentarios