La revista Socio Espectacular en todos estos años ha venido cumpliendo mes a mes una función de informar y difundir la labor cultural que se desarrolla en nuestro país. Por este motivo, nos pareció adecuado contar con un espacio donde podamos conocer a quienes ejecutan la acción que tanto disfrutamos, esos señores llamados actrices y actores, tantas veces postergados, desconocidos para el público en general. Les proponemos conocer a quienes con su arte nos general el placer en cada una de sus creaciones.
En esta entrega: Camila Sansón & Marian Cáceres
Camila Sanson
-¿Cómo surge tu vocación artística?
-De chica era el payaso de mi familia, mis hermanas me mandaban hacer cosas porque era muy desfachatada e histriónica, así que no sorprendí mucho cuando anuncié que iba a ser actriz. Igual fantaseé con varias carreras antes de decidirme y mientras hacía segundo año de Facultad de Arquitectura empecé un taller de teatro en Colón con Roberto Suárez. Llegó un momento en que me di cuenta que faltaba cada vez más seguido a clase y por nada del mundo me perdía un ensayo.
-¿La EMAD (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático Margarita Xirgu) te dio lo necesario para poder desarrollarte en el medio artístico?
-La EMAD es una escuela en la cual vos entrás como por un tubo y salís transformado, tengo muy lindos recuerdos de esos cuatro años. Ahí conocí a muchos de mis amigos teatreros con los que posteriormente seguí trabajando. Creo que es una formación muy completa, que sigue en movimiento y ampliando su campo de acción, con propuestas como la nueva carrera de dramaturgia o con el piloto de post grado en Pedagogía. Yo me siento una privilegiada al haber podido formarme ahí, aunque en su momento ‒quizá por ser muy joven‒ muchas veces tendía a revelarme contra la institución.
-¿En qué te centrás cuando construís un personaje?
-Cada vez estoy más convencida de que lo que más disfruto de la creación de un personaje es hacerlo desde lo vincular. Por supuesto que siempre hay un trabajo conceptual que tiene que ver con la información que la obra te da o con distintas referencias a las que te remite, pero a mí me gusta mucho ir descubriéndolo en la medida que se relaciona con los otros. Pienso que es así que realmente te podés sorprender y encontrar pistas que en soledad no se te hubieran ocurrido, entonces me preparo mucho para estar muy presente en los ensayos, abierta al juego y con la sensibilidad lo más despierta posible.
-A la hora de un estreno, ¿qué sensaciones te atrapan?
-Miles; en época de estreno soy una bomba de sensaciones. Los nervios están a flor de piel y tengo que concentrarme mucho, porque tiendo a los accidentes por andar como una loca. La sensación que produce el minuto atrás del telón previo a entrar a escena es inigualable y maravillosa, y además adictiva por tanta adrenalina; he llegado a preguntarme qué hago acá y a fantasear con huir. Supongo que finalmente lo que predomina es la alegría y el amor por contar historias.
-¿Te considerás parte de una generación proactiva, que va generando sus propios espacios para la creación?
-Creo que es importante generarte tus propios proyectos, porque te coloca en el lugar de pensar qué querés decir y eso siempre es muy interesante para un actor. Actuar desde la necesidad de decir, de contar la historia que uno elige te da una forma de pararte diferente en la escena. Además, pienso que la mejor manera de hacer teatro es desde el colectivo, donde los roles pueden ir mutando para cumplir el objetivo de trasmitir el mensaje. Creo que ser una generación que empezó a hacer teatro en un ámbito donde ya existían un montón de políticas culturales, de fondos, hace que seamos mucho más proclives a la autogestión. Hay mucha gente trabajando de esta manera, abriendo espacios, generando material.
Además, eso te aleja de la tortura de tener que esperar que suene el teléfono. Si suena, buenísimo; si no, está bueno que puedas buscarte tu lugar.
-¿En qué proyectos trabajás actualmente?
-Estoy trabajando en la obra “Apenas el fin del mundo” de Jean Luc Lagarce, dirigida por Diego Arbelo, que ahora va en la Zavala Muniz los fines de semana de febrero y vamos a reponer en el correr del año.
Además, empiezo un proceso de investigación y creación que se llama “Doméstica realidad”. Por ahora tenemos la fecha de inicio, el tema, y la alegría de muchas hojas en blanco para llenar.
Marian Cáceres
-¿Qué te llevo a hacer teatro?
-Desde pequeña me gustaba interpretar personajes. Mi madre escribía poesías y yo las recitaba en la escuela y en el fondo de la casa de mi abuela materna. Siempre tenía espectadores en la casa de al lado, niños como yo que con avidez me aplaudían. A los 15 años, y luego de haber leído muchas obras de Florencio Sánchez, se despertó mi inquietud por estudiar teatro. Pero recién a los 25 años por “causalidad” me enteré del llamado del Teatro Circular de Montevideo a aspirantes, se abría la escuela y allí, sin pensarlo mucho, me anoté.
-Pertenecés al elenco de Teatro Circular, ¿qué significa para tu trabajo estar dentro de un grupo?
-Significa todo. Teatro Circular ha sido y será siempre mi segunda casa, es mi contención, mi apoyo, mi pasión y mi gran referente. Un grupo humano que me ha enseñado a ver la vida desde otra óptica, me abrió los ojos a un mundo nuevo del que no podría prescindir.
-¿Creés que hoy en día la exigencia para un actor es mucho mayor, debido al trabajo interdisciplinario en el arte que se plantea?
-Exigencias siempre van a existir, pero son con uno mismo. EL compromiso, las ganas, la perseverancia, el nunca bajar los brazos, el estar actualizado forma parte de nuestra tarea y nos la debemos por el público y por nosotros, que somos el instrumento para llevar a cabo un buen producto.
-¿Hubo en tu carrera artística maestros que te marcaron profesionalmente?
-Por supuesto, quien primero me planteó el repensar si ser actriz era lo que realmente quería fue Walter Reyno, mi primer maestro en la escuela; a Santiago Introini nunca lo voy a olvidar, muchos años después cuando realizó su primera dirección formé parte de ese elenco. Jorge Bolani también sigue siendo un referente.
-¿Qué elementos debe tener un proyecto para que trabajes en él?
-En primer lugar, me tiene que atraer la propuesta como desafío personal y debo sentir que a su potencial público verla le implique salir pensando en lo que vio y estar satisfecho de eso. La dirección también es muy importante, tengo que sentirme confiada; prefiero “un buen piloto” a “piloto automático”.
-¿Qué obra estás haciendo en este momento?
-“Mozambique”, con dirección de Ana Pouso. Es una adaptación de un capítulo de la serie “Tiempo Final” que se emitió aquí por televisión hace algunos años. Es una obra de humor negro que trata sobre un matrimonio de 25 años que entró en la rutina, está desgastado, y a partir de esto surge la historia que cambiará radicalmente la vida de los personajes. Mi personaje es Ada, la esposa. No contaré más. Prometo que se divertirán y, para quien nunca fue al teatro, le diría que vaya, si lo hace seguramente ganaremos a futuro otro espectador para nuestra variada cartelera teatral.