Carolina Pereira

Teatro / 30 marzo, 2019 / María Varela

-¿Cómo empezaste a hacer teatro?

-Mi primera experiencia fue en el liceo, en un taller coordinado por el profesor de Literatura de 4.to año, que era actor. Se brindaba como un espacio extracurricular y allí descubrí una pasión que no sabía que existía en mí, ya que mi contacto con el arte había sido siempre desde la música. Luego cuando estaba cursando Magisterio compartíamos local con el Instituto de profesores y me enteré que funcionaba un grupo de teatro organizado por estudiantes, que era el Grupo de teatro del IPA. El profesor que brindaba los talleres era Luis Vidal Giorgi. Más adelante, cuando me di cuenta de que el teatro ya no podía ser en mi vida solamente una actividad “fuera de horario”, me anoté en la Escuela Mario Galup de El Galpón.

-¿Qué retos como actriz tuviste que enfrentar para interpretar la madre de Viralata, texto de Fabián Severo, con dirección de Luis Vidal Giorgi?

-Hubo varios. Uno de ellos fue cantar, porque si bien tenía cierta formación y experiencia no me considero una cantante, por eso me lo planteé como desafío. Otro de los retos es la presencia constante en el escenario, pero en ese espacio y tiempo que es a la vez real e irreal en la historia. Una madre que el protagonista recupera en ciertos momentos de su relato pero que nunca deja de estar. Mantener el personaje de la madre en esa nebulosa pero al mismo tiempo con una presencia que no puede estar desdibujada, porque es uno de los pilares de la vida del protagonista; construir y dejar entrever una historia que solo la madre tiene y que no va a compartir fueron algunos de los retos del proceso de trabajo más complejos y, al mismo tiempo, más interesantes. El portuñol más que un obstáculo fue una posibilidad de reencuentro con mi abuela paterna y esa forma tan particular de hablar que a mí me intrigaba y al mismo tiempo me maravillaba cuando era niña. Así que podría haber sido un reto pero en este caso se volvió un regalo.

-¿Sentís en cada función que estás dialogando con el público?

-Sí. Más que dialogar, yo diría: respirar con el público. Es un diálogo casi sin palabras, que se registra corporalmente. Sentir cómo el público contiene la respiración o suspira o se conmueve se vuelve parte del personaje también, y eso es maravilloso. Muchas personas se han acercado a decirnos que se han sentido identificadas con esa madre, lo que obviamente no pasa por lo que el personaje dice o por lo que el protagonista pueda decir de la madre, es algo que está allí y que las personas interpretan, interrogan, descubren o imaginan, pero que sin duda proviene de un intercambio en un nivel más profundo que el de las palabras, y que creo tiene que ver con la esencia misma de la comunicación.

-¿Considerás que la cultura tiene suficiente representación femenina?

-Suficiente, no. Se ha avanzado como en otros ámbitos de nuestra sociedad, pero aún se debería tener mayor representación. Aspiro a escuchar más las voces femeninas. En el teatro, concretamente, que haya mayor presencia en direcciones de obras, en dramaturgia… En cuanto a conducción de políticas culturales yo considero que debe haber mayor participación y representación femenina, especialmente en la toma de decisiones que es donde muchas veces las mujeres no llegamos.

-¿Tenés algún personaje que te gustaría interpretar?

-No podría señalar ninguno en especial. Me gusta sorprenderme con personajes que no espero, pero con los que puedo aprender algo nuevo o redescubrirme como actriz y como persona. En ese sentido se aprende de todos… pueden ser parte de historias reales y cotidianas como es el caso de la madre en la obra Viralata, o no.

-¿Qué planes tenés para este año?

-Actualmente estoy integrando un equipo de trabajo de una obra para escolares que se va a estrenar próximamente en El Galpón, lo que me brinda la posibilidad de unir dos de mis pasiones, que son la educación y el arte escénico. Continuar con las funciones de Viralata en la sala Cero, aunque me gustaría mucho poder realizar funciones en diferentes puntos del país, porque creo que es una obra que está hermosamente escrita y que tiene muchas fronteras para ayudar a visualizar y traspasar.

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