A seguir remando: Alcides Abella.

Entrevistas Centrales / 2 diciembre, 2020 / Gerardo Mantero

Alcides Abella es profesor de literatura, fundador y director general de Banda Oriental, emblemática editorial que no ha detenido su actividad a pesar de la difícil coyuntura que se está viviendo.

¿Cómo afectó la actual situación de pandemia al mundo editorial y a Banda Oriental en particular?

-Ha sido enorme el sacudón que provocó todo este tema de la pandemia a partir del 15 de marzo; todavía nos es imposible si quiera medir las consecuencias de lo que ha pasado. Hay una imagen que me viene a la memoria, es cuando, a partir del 15 de marzo y hasta mediados de mayo, yo cruzaba 18 de Julio, saliendo de la librería de Banda Oriental —que está ubicada en el hall de El Galpón—, y lo que se veía era la desolación total: todos los comercios cerrados, todo a oscuras, el propio teatro totalmente a oscuras, y a penas una o dos personas caminando en las calles… Era una sensación muy fuerte, muy impactante, porque costaba saber cómo se iba a recuperar todo el circuito comercial en general, y cultural en especial. Si bien hemos recuperado algunas líneas de trabajo básicas, todavía estamos sin poder avizorar exactamente cómo va a ser la realidad económica, y lo cultural tiene que tener un soporte económico, si no se vuelve inviable. Es imposible saber qué va a pasar en el fin de año, qué va a pasar en el verano, qué va a pasar en el transcurso de todo el año próximo. Esta es una gran interrogante, lo único que nos queda es seguir remando, seguir empujando, seguir haciendo cosas como si el mundo no estuviera sufriendo esta situación de pandemia, y nosotros aspiramos a seguir haciendo proyectos.

En esa dirección, se hizo una pequeña feria en octubre, en el hall del teatro El Galpón; Banda Oriental participó en la Feria del libro de la Plaza Independencia, también van a participar en Ideas+, y siguieron editando libros…

-Sí, también es cierto que en el mundo entero —o por lo menos, en Estados Unidos y Europa— las editoriales hicieron un parate. Digamos, los grandes sellos editoriales decidieron hacer un impasse, retrasar todos los proyectos que tenían, y esperar a ver la situación económica cómo evoluciona y cuál sería la forma de retomar la actividad comercial. El caso de Uruguay no fue una excepción, todos suspendimos muchos proyectos, incluso en la feria que se hizo en la Plaza Independencia —en la cual había novedades— ningún sello pudo mostrar mucho, ni los extranjeros, ni las multinacionales, ni los sellos nacionales. Este año demoramos —o decididamente paramos— muchos libros en proceso para ver un poco cuál es la nueva realidad. Una nueva realidad que no solo es económica, porque lo que está ocurriendo y afecta directamente a lo cultural y al libro en especial es que estamos con unas terribles dificultades para comunicar. Hoy por hoy comunicar un producto cultural se vuelve muy difícil. Creo que todos estamos viviendo una situación en la cual el 70 % de nuestra atención se centra en la pandemia y todas las consecuencias gravísimas que conlleva. Después de ese 70%, un 20 % de la comunicación va dirigida a algún incidente puntual policial, a veces algo del mundo del deporte; no se habla para nada en los medios que informe qué obras teatrales se están haciendo o qué se piensa hacer para el año que viene, no se habla de grandes proyectos de la música… en el arte, ninguna noticia de museos y exposiciones, y con los libros pasa lo mismo, editás un libro y es un penar lograr que algún medio te haga una nota y demás. De modo que la gente no se entera que vos estás haciendo una exposición de pintura, una obra de teatro, o presentás un libro. Cuando la gente no se entera, se corta ese vaso comunicante, ese hilo conductor; por ejemplo, cada mañana hay 200 mil personas que vía radio y televisión se enteran de las cosas… Las redes han ayudado, a las cuales obviamente todos nos hemos dedicado con una intensidad brutal en el intento de mantener la actividad cultural; pero las redes ni remotamente alcanzan a cubrir el espectro que se precisa para potenciar los productos editoriales a nivel de comunicación.

-A pesar de todo se siguen editando libros…

-Hemos editado algunos libros puntuales. La editorial se soporta en varios proyectos, uno es el club del libro Lectores de Banda Oriental —que consiste en la entrega de un libro por mes y llega prácticamente a más de 3 mil personas—, una revista para niños —con un tiraje similar— que se llama La Mochila, ese es otro emprendimiento… Después, hay libros puntuales… También se hacen ediciones online para nosotros y para el plan Ceibal. Y algunos libros en general hemos sacado, y hemos reeditado varios títulos que son claves en la vida cultural de este país. Entonces de ahí surgió, por ejemplo, reeditar dos libros que repasan toda nuestra historia: La historia del Uruguay, de Benjamín Nahum —un prolijo repaso desde la gesta artiguista en adelante hasta llegar a la historia reciente del país—, y 500 años de la Historia Uruguaya, de Enrique Méndez Vives —historia con un criterio más didáctico, más contundente en la brevedad de los datos—. Junto con eso viene la literatura, ahí hubo que reeditar primero que nada esa novela fundacional para nosotros que es La tierra purpúrea, de Guillermo Enrique Hudson; es una edición muy linda, porque tiene prólogo de un excelente crítico como fue Ruben Cotelo, y la traducción es de Idea Vilariño —¡mirá que homenaje puntual en el año de su 100 aniversario!—. Junto con eso reeditamos Siglo de mujeres, de Virginia Martínez, que es un repaso de mujeres que fueron defensoras del género y no solo del género, sino que fueron mujeres protagonistas de hechos o episodios trascendentales en la vida política de América Latina y el mundo en los últimos 100 años, por decirlo de alguna manera. También decidimos reeditar Heroica, de Marcia Collazo, sobre todo porque se arrimaba el 1 de enero, fecha icónica para la defensa de Paysandú. También teníamos que reeditar Memorias del calabozo, que con la película tuvo un empujón muy fuerte, aunque fue un título que nunca dejó de venderse. Quizás en la misma línea, ahora estamos reeditando Vivir en Libertad, un libro que reunió toda la documentación e historia de lo que fue la vida en el Penal de Libertad desde 1972 al 1985, agregándole fotos que hemos recibido recientemente; inclusive ahora tenemos acceso a una cosa muy interesante, ya que los autores, Jorge Tiscornia y Phillipps-Treby, pudieron escuchar las grabaciones de cuando sus familiares los visitaban, dado que el ejército los espiaba, grababa y dejaba documentado lo que se decía en esas conversaciones… “Hablaron de tal cosa”, “Dice que se juntan algunas madres en Buenos Aires…”, “Esta misma persona que lo visitó apareció en una capilla de Punta Carretas en una misa y después repartió unos volantes”; es decir, había un seguimiento brutal. Ese tipo de cosas se agregan al libro en esta edición. Más o menos por ahí andan las reediciones.

El 9 de diciembre se presenta el libro que escribió Carlos María Domínguez, que se titula Dura, fuerte y alocada y trata de la historia de Teatro El Galpón. ¿Qué podemos adelantar de dicho trabajo que edita Banda Oriental?

-Primero, hay algunos antecedentes de El Galpón y Banda Oriental, o de Banda Oriental tratando de traducir a libro lo que es la formidable experiencia que es el Teatro El Galpón. Por ejemplo, editamos El vestuario se apolilló, de César Campodónico y Antes que me olvide, de Juan Manuel Tenuta y Héctor Puyo. El trabajo editorial con los autores fue muy interesante. El trabajo editorial implica que estás durante seis meses, casi todos los días, viendo detalles y correcciones, y fue un placer conocer tanto al Chino Campodónico como al Nino Tenuta, y por supuesto que dejaron como jalones del Teatro El Galpón. Y más atrás todavía, en el año 71, esas cosas románticas que solamente se podían hacer en aquellos años, El Galpón y Banda Oriental se unieron para hacer un concurso de obras teatrales… Ganó La controversia, de Ubaldo Nicchi; un título que, si mal no recuerdo, hablaba de las grandes discusiones del Renacimiento, un debate de ideas. Es decir, esta historia no empieza hoy, esta historia tiene quizás, por lo menos, 60 años. Más recientemente, en el marco del 70 aniversario de Teatro El Galpón, la propia institución decidió encomendarle este interesante proyecto que aborda la historia de El Galpón a Carlos María Domínguez, excelente profesional, notable cuentista y muy serio en esa tarea de recopilar historias de instituciones culturales… Y cuando digo instituciones culturales, me refiero al concepto abstracto de lo que es una institución cultural. Domínguez abordó, por ejemplo, la vida del Tola Invernizzi, que no era simplemente el Tola Invernizzi, sino el mundo que lo rodeaba, y también hizo una tarea semejante con Cinemateca Uruguaya. Las historias de cada uno de los protagonistas del quehacer cultural (ya sea el Tola o la Cinemateca) son importantes porque eso es la memoria del país; la memoria cultural del país se va registrando en toda la suma de pequeños aconteceres, hechos, proyectos —los que se concretaron y los que fracasaron—, pero toda esa lucha que el movimiento cultural viene realizando desde el año 50 es parte sustancial de la historia del país, es imposible entender este país sin los libros de Arca —Alfa en aquella época—, también Banda Oriental —por supuesto—, y más recientemente Fin de Siglo, Estuario editora, Casa Editorial HUM, en fin… es imposible entender el país si uno no va a todos esos libros que documentan esa historia. Y la actividad teatral, que lamentablemente no queda fijada en papel, se perdería si no existiera este formidable esfuerzo de encargarle a Carlos María Domínguez que escriba la historia de El Galpón, para lo cual se metió a fondo en el tema, revolvió cuanto papel había en El Galpón, en la biblioteca, en archivos particulares, recurrió a videos y a entrevistas personales, un montón de entrevistas personales; estuvo cerca de 1 año hurgando en esta suerte de memoria colectiva. Banda Oriental, desde luego, se sumó al proyecto; por ejemplo, participamos en la elección de las fotos —que no es fácil hacer una selección de un archivo tan amplio—, trabajamos con Domínguez un montón de detalles del libro. En suma, escrito con pasión, con gran entusiasmo, creo que el libro documenta y deja registrado en papel un hecho sustancial, pues la vida cultural de este país no puede prescindir de lo que hicieron, hacen y van hacer ciertas instituciones culturales; y El Galpón, por supuesto, es la más importante en lo que a teatro refiere.

Banda Oriental es una de las instituciones señeras y emblemáticas de la cultura uruguaya, al igual que El Galpón, y esta coyuntura ataca radicalmente a la cultura. ¿Cómo ves el futuro?, ¿qué papel debe tener el Estado en este momento tan singular como crucial?

-Reitero, la vida cultural de nuestro país es la suma de todo lo que hacen los gestores públicos y multitud de actores privados e independientes —a pulmón, perdiendo plata inclusive— dentro del mundo de las artes, de la música, del teatro, de la cultura y de los libros en general. Entonces, está clarísimo que el Estado hoy más que nunca tiene que estar muy cerca de lo que pase con la vida cultural del país. Cuando digo que los libros son la memoria de los pueblos, aludo a que durante la dictadura se intentó quemar libros, que equivale a quemar la memoria. En aquella época se censuró… por ejemplo, el sello Banda Oriental estaba prohibido, no se podía leer en ninguna escuela o liceo del país. Eso fue un flagrante atentado a la vida y memoria cultural del país. Y ahora que debemos afrontar un contexto altamente complejo —los músicos no saben si van a poder hacer un espectáculo dentro de dos meses, carnaval no sabe si va a poder salir, los que publican un libro no saben si van a tener eco, si las librerías van a estar abiertas y con cuánto aforo—, el Estado tiene que estar muy cerca para apoyar a todo el movimiento cultural, porque en última instancia la cultura del país, entre lo público y lo privado, es lo que sostiene y va a permitir que continúen todos estos proyectos. No me imagino que a nadie del Estado se le ocurra hacer lo contrario; es decir, hoy más que nunca, juntos tenemos que defender este patrimonio.

-Luego del lanzamiento del libro sobre la historia de El Galpón se va a realizar una muestra de libros en el hall de El Galpón

-La idea es, ahora, a mitad de diciembre, ampliar el espacio de libros en el hall de El Galpón. Vamos hacer una especie de Muestra del libro con mucho acento en las novedades uruguayas y todo lo que ha estado viniendo últimamente; quizás sea el mismo espíritu… En un momento en el cual todo indica la retracción y el encierro, nosotros vamos a aprovechar la librería que tenemos en el hall y, durante doce días, llenaremos de libros el lugar, acentuando las novedades nacionales y del exterior que están llegando.

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