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Entrevistas / 31 julio, 2018 / María Varela


MARIANA SENATORE


-¿Cuándo descubriste tu vocación por el teatro?

-Descubrir mi vocación, no sé…, creo que me fui acercando de a poco al teatro. De adolescente, en el liceo, hice un taller durante dos o tres años, me gustó mucho pero se cortó ahí. Unos años después, ya estudiando en facultad, quise retomar y me anoté en el Teatro Circular, donde hice un curso de tres años. Poco tiempo después, en 2010, participé en una obra Himmelweg, camino del cielo, dirigida por Eduardo Cervieri, que se hizo en los teatros El Galpón y Circular. Creo que ahí decidí, por decirlo de alguna manera, que quería hacer teatro, que quería actuar de nuevo y que iba a estudiar para eso. Así que en 2012 empecé la carrera de actuación en la EMAD (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático Margarita Xirgu). Cursando 3.er año tuve a mi primer hijo, así que dejé la escuela y varias veces pensé que ya no iba a retomar, que lo de estudiar teatro había quedado por el camino. Pero dos años después decidí que quería volver a la EMAD y en 2017 cursé 4.o año. Quizás ese fue el momento en que “descubrí mi vocación”, cuando resolví que me interesaba pensar en el teatro como una profesión.

-Además de actriz sos profesora de Filosofía, ¿en algún punto se complementan tus dos profesiones?

-Desde mi perspectiva tienen puntos de contacto muy claros, a diferentes niveles. Son herramientas de las que nos podemos valer como agentes creadores y transformadores de la realidad, son herramientas de comunicación. En lo material, ambas necesitan de un otro, público o estudiantes, conllevan un grado de exposición importante, requieren de preparación, creación y ensayo y planificación de clases, para luego consolidarse en el acto mismo, ya sea teatral o educativo. Personalmente, me resultan dos tareas que se complementan mucho, me gusta conjugarlas, creo que requieren cosas diferentes de uno. Como docente hay que estar al mando, llevar las riendas de la situación, pero como actriz te podes dejar llevar, es decir, hay otro pensando en el todo, y eso para mí es muy disfrutable.

-¿Cómo te gustaría que fuese tu participación en el teatro de aquí a unos años?

-Es tan nuevo que no lo tengo muy claro. Tengo ganas de hacer teatro con frecuencia y probar diferentes cosas.

-¿Tenés alguna obra o personaje que te gustaría hacer?

-Ninguno en especial.

-¿Disfrutás en los ensayos creando un personaje?

-Muchísimo. Como decía antes, hay algo del rol de actriz que me gusta mucho y tiene que ver justamente con eso, con la creación del personaje. Al leer el texto por primera vez, si bien hay aspectos del personaje delineados a los que se les suma lo que pueda plantear el director, está todo por crear y ahí empieza un viaje divino. Yo creo que hay tantas formas de encarnar un personaje como actores o actrices lo hagan, casi todo es posible y ahí está la gracia de este trabajo y la dificultad o desafío para el actor.

-¿Tenés algún proyecto para este año?

Hasta fines de julio estoy en una obra en el Teatro Victoria, Querido Mario, los fines de semana, y probablemente se reponga en el mes de setiembre. Para más adelante, estamos empezando con una compañera un proyecto que no está muy definido aún, pero es un poco teatro y un poco una manera de comunicar o denunciar que tiene que ver con colectivos de los que formamos parte, sindicatos y movimientos sociales. Por ahora son ideas, veremos qué sale

 

SANDRA AMÉRICO

-¿Cuándo empezó tu vocación artística?

-Yo empecé a hacer teatro antes de haber visto teatro. Tenía 8 años y como era muy tímida, casi no hablaba, a mis padres les habían aconsejado que hiciera teatro. Así empezó todo y desde entonces prácticamente no he parado de  “hacer”.  Ahora vuelvo a actuar después de 4 años desde que hice Los días felices. Pero en este tiempo no he perdido el vínculo con el teatro, sobre todo relacionada por el lado de la docencia. Supongo que esto es vocación. Y consciencia de que quería ser actriz creo que la tuve en la adolescencia.

-De no haber sido actriz, ¿qué otra profesión hubieras elegido?

-Me gustan muchas cosas, me atraen diferentes profesiones, en la adolescencia pensé en ser química… me dedico a la Astrología… me hubiera encantado ser bailarina, creo que es lo que de verdad me gustaría ser… y haber estudiado música.

-¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?

-Creo que la mayor parte de las cosas de la vida que he aprendido hasta ahora se las debo al teatro. Lo que más valoro de esta profesión es el privilegio que tenemos los actores de poder dar vida a otro ser.

-Estás trabajando como actriz y docente en Maldonado, contanos tu experiencia allí.

-Estoy agradecida a la vida por tener esta oportunidad. La docencia te conecta con el verdadero valor de esta profesión. Hay que ser muy honesto y en eso va implícita la generosidad. Entonces es un ida y vuelta, también recibís un montón de los estudiantes. En la EMAE (Escuela Maldonado de Arte Escénico) los docentes trabajamos con mucha libertad y a la vez absolutamente comprometidos con la tarea.

-¿Qué expectativas tenés a mediano plazo, dentro del teatro?

-Tiendo a no planificar. Así que por ahora lo que sé es que estreno Un cordón rojo, y haremos las funciones y ojalá el espectáculo dé para mucho. Porque se ha creado con mucho amor. Para mí volver al escenario es como volver a casa, y estoy viviéndolo.

-Hablanos sobre el trabajo artístico que vas a realizar este año…

Un cordón rojo es una obra escrita y dirigida por Sebastián Barrios y que obtuvo una Mención en el concurso literario AGADU – COFONTE. Es un proyecto que surge de Ernesto Alvárez, estudiante de EMAE y mi compañero en escena. Fue generado en un espacio que tiene la EMAE, espacio de investigación, que da la oportunidad de generar proyectos a estudiantes, egresados y docentes. Un cordón rojo es una historia de amor que tiene en el fondo la leyenda japonesa del hilo rojo, que cuenta que todos, desde el día de nuestro nacimiento estamos unidos a través de un hilo rojo con las personas que estamos predestinadas a conocer. Ese lazo que nos une puede  manifestarse en diferentes tipos de relaciones y la manera de vincularse puede variar en el tiempo, pero la conexión nunca se rompe, el lazo es eterno. Es una historia que me fascina y en la que creo profundamente.

 

 

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